sábado, noviembre 30, 2024

La clave económica para la nueva estrategia de seguridad de Japón

La seguridad económica, o keisai anpo, sigue ocupando un lugar preponderante en el debate estratégico japonés. Desde 2019, el gobierno japonés ha implementado rápidamente nuevas posiciones, organizaciones y proyectos de ley relacionados con la seguridad económica.

Según Takayuki Kobayashi, exministro de seguridad económica, el término se refiere a asegurar “el estado japonés y el interés nacional a través de medidas económicas”.

Para lograr este objetivo, el parlamento japonés aprobó la Ley de Promoción de la Seguridad Económica en 2022 para fortalecer la resiliencia de la cadena de suministro, proteger la infraestructura crítica, desarrollar tecnologías emergentes y evitar la fuga de tecnología.

Hay una historia para esto

No es la primera vez que Japón reconoce la economía como parte integral de su seguridad. A mediados de la década de 1970, políticos, intelectuales y empresarios japoneses comenzaron a discutir la necesidad de una ‘seguridad integral’ (sogo anzen hosho) que incluyera seguridad económica, alimentaria y energética.

Un informe de 1980 publicado por un consejo asesor del gobierno de Masayoshi Ohira (el Informe Ohira) abogó por una «estrategia de seguridad integral» que promoviera la seguridad japonesa mediante diversas medidas en múltiples dominios.

Si bien el informe nunca subestimó la importancia de los roles militares, reconoció la importancia de otras áreas, como la seguridad económica, alimentaria y energética, y recomendó que Japón debería mejorar su seguridad mediante la coordinación de políticas en diferentes áreas y medios.

El informe de 1980 reflejó los cambios dinámicos que ocurrieron en el entorno de seguridad internacional después de principios de la década de 1970. Las crisis del petróleo de 1973 y 1978 y la alta inflación llevaron a Tokio a reconocer que la seguridad podía verse comprometida por amenazas no militares. Para asegurar los recursos energéticos, se hizo imperativo revisar la dependencia excesiva de Japón en el Medio Oriente y diversificar sus cadenas de suministro de energía.

El Informe Ohira también abordó el declive de la primacía estadounidense y el creciente deseo de Japón de un crecimiento económico autónomo. Con “la terminación de la clara supremacía estadounidense en las esferas militar y económica”, el informe argumentó que el mundo entraría en una era de “paz mantenida por responsabilidades compartidas”. En tal entorno, Japón debe mejorar sus esfuerzos de autoayuda y contribuir al fortalecimiento y mantenimiento del sistema.

La evolución de la seguridad integral también refleja cambios más profundos en la naturaleza de las políticas de poder durante la década de 1970. Como señala el profesor de la Universidad de Kioto, Hiroshi Nakanishi, “la diversificación y la complicación de las políticas de poder” promovieron la multipolarización de las relaciones internacionales.

Como lo demostró la derrota de Estados Unidos en la guerra de Vietnam, las relaciones económicas y los factores psicológicos llegaron a desempeñar un papel importante en la política de poder junto con la capacidad militar.

Según Nakanishi, estas políticas de poder diversificadas y complejas también desdibujaron los límites entre la «alta política» asociada con la ideología, el gobierno y la estrategia militar, y la «baja política» relacionada con la economía, el suministro de energía y los asuntos sociales.

En un entorno caracterizado por lo que Joseph Nye y Robert Keohane denominaron “interdependencia compleja”, Japón se vio obligado a adoptar una postura de seguridad exterior más autónoma e integral que pudiera hacer frente a una gama más amplia de desafíos.

Los más cambian las cosas…

Las condiciones identificadas anteriormente: la crisis energética de Japón, el declive de la primacía de EE. UU. y la complicación y diversificación de las políticas de poder se han vuelto aún más prominentes en el entorno de seguridad actual.

Durante las décadas de 1970 y 1980, el PIB de la Unión Soviética fue menos del 25 por ciento del PIB de EE. UU. En 2022, el PIB de China asciende a casi el 75 por ciento del PIB de EE. UU. Después del acercamiento chino-estadounidense de 1972, Washington pudo explotar el conflicto chino-soviético y mantener una posición central. Hoy, sin embargo, China está cada vez más alineada con Rusia, desafiando el orden liderado por Estados Unidos.

El surgimiento de los estados emergentes, el desarrollo de la tecnología militar y de la información y la promoción de la interdependencia han creado un entorno de seguridad muy diversificado y más complejo en comparación con la década de 1970.

La invasión de Rusia a Ucrania y su política arriesgada nuclear muestran que la política de poder tradicional no se ha convertido en una cosa del pasado. Al mismo tiempo, la sorprendente resistencia de Ucrania contra Rusia sugiere cómo los factores no militares o no cinéticos, como la moral nacional, la guerra de información y la ciberdefensa, juegan un papel cada vez más importante en la determinación de los resultados de la guerra.

Tanto la reducción de los suministros de energía de Rusia como las sanciones de Occidente contra Moscú también demuestran que la “armamentización de la interdependencia” puede no ser menos importante que la guerra convencional.

Japón ha estado respondiendo a este complejo entorno de seguridad. Aunque en la era de la Guerra Fría la Unión Soviética era la principal fuente de amenazas externas, Japón ahora enfrenta amenazas en tres frentes: China, Corea del Norte y una Rusia cada vez más beligerante.

Además del despliegue de sus conocidas tácticas de zona gris, China ya ha superado a Japón en términos de capacidades materiales de su economía y ejército y en algunas áreas de tecnologías emergentes.

Para compensar su desventaja en recursos materiales, Japón ha intentado integrar recursos y capacidades en diferentes áreas y dominios. La búsqueda de seguridad económica por parte de Japón y su adopción del concepto de “fuerza de defensa multidominio” demuestra la fuerte mentalidad de crisis de los políticos japoneses en un entorno de seguridad cada vez más disputado, diversificado y complejo.

El dilema

El problema es que buscar la seguridad económica podría restringir las actividades económicas libres, lo que podría debilitar la interdependencia y exacerbar las divisiones políticas globales.

Si bien la Ley de Promoción de la Seguridad Económica enfatiza la compatibilidad entre la seguridad económica y la libre cooperación, no queda claro cómo el gobierno puede lograr un acto de equilibrio tan delicado.

A diferencia de las décadas de 1970 y 1980, la posición global de Japón en términos de recursos materiales ha disminuido debido al estancamiento económico a largo plazo y al envejecimiento de la población. Si bien es importante que Japón adopte una postura más autónoma en defensa y seguridad económica, este camino también tiene sus limitaciones inherentes.

Todos estos factores sugieren que la cooperación internacional se ha vuelto más importante que nunca. Ningún país por sí solo puede mejorar la resiliencia de las cadenas de suministro, desarrollar tecnologías emergentes y responder a las amenazas híbridas sin la ayuda de otros.

La competencia también debe gestionarse mediante medidas diplomáticas, como la mejora de la transparencia, el fomento de la confianza y la gestión de crisis. La seguridad integral de hoy debe considerarse tanto desde una perspectiva competitiva como cooperativa.

Ya es hora de que Japón considere su estrategia de seguridad integral con otros socios de ideas afines, en lugar de hacerlo solo.

https://asiatimes.com/2023/01/economics-key-to-japans-new-security-strategy/

Categoría: Japón


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