AISLAMIENTO ESTRATÉGICO
El resultado de todo este comportamiento descuidado y provocativo es el aislamiento. Y ese aislamiento autocreado está, irónicamente, en desacuerdo con el antiguo objetivo de Corea del Norte de ser aceptada en el mundo como un par igual a Corea del Sur.
Corea del Norte ha perdido definitivamente la competición intercoreana. Su élite lo sabe, al igual que sus aliados rusos y chinos. Una turbulencia grave del régimen podría conducir al colapso y la reunificación.
La solución a este dilema existencial es el reconocimiento y la aceptación: que Corea del Norte se convierta en un Estado adecuado en el mundo, en lugar de la Corea extraña y disfuncional que a nadie le gusta.
El reconocimiento reduciría la amenaza a la seguridad de Estados Unidos y Corea del Sur para el Norte y, potencialmente, desbloquearía la inversión y la ayuda extranjeras. De ahí los esfuerzos de distensión del Norte con el expresidente estadounidense Donald Trump y varios presidentes progresistas de Corea del Sur en el pasado.
Pero todos estos esfuerzos han fracasado, principalmente porque los extranjeros no confían lo suficiente en Corea del Norte como para hacerle concesiones arriesgadas. Durante mucho tiempo ha sido un Estado canalla truculento y no socializado que pirateaba las empresas de otros países o les traficaba metanfetamina.
Un lanzamiento de globo con basura y heces es exactamente lo que esperamos de Corea del Norte. Capta, a su manera, por qué Corea del Norte sigue aislada y atrasada 35 años después de la Guerra Fría.
Robert Kelly (@Robert_E_Kelly) es profesor de ciencias políticas en la Universidad Nacional de Pusan.