Más de 10 millones de personas han sido desplazadas en Sudán, devastado por la guerra, según cifras publicadas el martes por la Organización Internacional para las Migraciones.
Desde que estalló la guerra en abril de 2023 entre el ejército sudanés y las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido, 7,26 millones de personas han huido de sus hogares, lo que se suma a los 2,83 millones que ya estaban desplazados por conflictos anteriores, dijo la OIM.
La ONU ha advertido repetidamente que Sudán se enfrenta a la peor crisis de desplazamiento del mundo, mientras la guerra no muestra señales de disminuir y el espectro de la hambruna acecha al país.
Más de una cuarta parte de los 48 millones de habitantes del país se han visto obligados a huir de sus hogares y más de dos millones han cruzado fronteras internacionales.
Alrededor de 3,7 millones de personas —más de un tercio de todos los desplazados— han escapado solo de la devastada capital, Jartum, una ciudad que ahora es una sombra de lo que fue y está dividida entre las partes en guerra.
En poco más de un año, la guerra ha matado a decenas de miles de personas, incluidas hasta 15.000 en una sola ciudad de Darfur Occidental.
Sin embargo, el número total de muertos sigue sin estar claro; algunas estimaciones llegan a 150.000, según el enviado especial de Estados Unidos a Sudán, Tom Perriello.
Millones de personas más podrían morir a medida que empeora la crisis humanitaria, han advertido grupos de ayuda y expertos.
En Sudán, el 70 por ciento de los desplazados “ahora intentan sobrevivir en lugares que corren riesgo de hambruna”, advirtió la OIM.
La ONU afirma que 18 millones de personas en Sudán padecen hambre extrema y 3,6 millones de niños sufren desnutrición aguda.
Alrededor del 55 por ciento de las personas desplazadas de Sudán son niños menores de 18 años, y aproximadamente una cuarta parte tienen menos de cinco años, añadió la OIM.
Las agencias de ayuda dicen que la falta de datos ha impedido una declaración oficial de hambruna, mientras que la ONU acusa a ambas partes de “obstrucciones sistemáticas y negaciones deliberadas” del acceso humanitario.