Era 1995 y la Compañía Coca-Cola estaba ansiosa (se podría decir sedienta) de ampliar su ya sustancial presencia en China.
En el momento de su construcción en 1983, la fábrica del distrito de Huangpu –la segunda del continente– estaba en un rincón relativamente remoto de la ciudad. Pero con el paso de los años, el bullicioso centro urbano se había ampliado hasta llegar finalmente a la parcela de las instalaciones. Esto presentaba un problema: un sitio industrial en expansión que ocupaba propiedades inmobiliarias de primera calidad.
Para resolver el enigma, cumplir con sus planes de expansión y extender su permanencia en lo que ahora es uno de sus mercados más grandes, Swire Guangdong Coca-Cola obtuvo recientemente un contrato de arrendamiento por 50 años para un terreno más grande en el mismo distrito. Firmado por alrededor de 166 millones de yuanes (23,6 millones de dólares), el acuerdo garantiza una superficie total de 128.000 metros cuadrados para el nuevo campus.
Esta última adquisición –un voto de confianza en las perspectivas del país– se produce en un momento en que muchos contratos de terrenos comerciales e industriales, obtenidos en los primeros días del período de reformas de China, se acercan a su fin.