Para el reclutador malasio Joseph Cheng, Donald TrumpEl primer período de Trump en la Casa Blanca fue una ganancia inesperada. El presidente de EE.UU. guerra comercial con China desencadenó una avalancha de empresas chinas que se trasladaron a países como Malasiabuscando desesperadamente refugio de los aranceles punitivos.
“Enviaron sus productos aquí para ser reenvasados… y luego los enviaron a Estados Unidos”, dijo Cheng, director de la agencia de contratación Agensi Pekerjaan TSM, recordando la frenética lucha por encontrar personal que pudiera acomodar la afluencia.
Este éxodo manufacturero no sólo benefició a Malasia; trajo un aumento de la inversión y del empleo a Tailandia, Vietnam y India también cuando las empresas chinas intentaron ocultar sus cadenas de suministro.
Ahora, mientras Trump se prepara para un segundo acto, el optimismo de Cheng se ha convertido en aprensión. Teme que la próxima ola de aranceles pueda ser “más loca”, ya que es poco probable que las economías del Sudeste Asiático obtengan muchos beneficios del proteccionismo estadounidense esta vez.
Los halcones de China que están a punto de ocupar la nueva administración de Trump son muy conscientes de las llamadas soluciones alternativas de terceros países, planteando el espectro de aranceles de hasta el 20 por ciento sobre las importaciones procedentes de naciones con importantes superávits comerciales con Estados Unidos, particularmente en sectores estratégicos como semiconductores y vehículos eléctricos.
Para países como Malasia, las implicaciones podrían ser nefastas: los inversores extranjeros podrían retirarse, las exportaciones podrían desplomarse y las nuevas industrias podrían estancarse.