Ha pasado más de un mes desde que el régimen de Bashar al-Assad colapsó en Siria, marcando el fin de una revolución de 13 años. Este acontecimiento nos trajo esperanza a mí y a millones de sirios que llevan mucho tiempo luchando por la justicia, la libertad y la dignidad.
En apenas unas semanas, muchas cosas han cambiado. Después de que durante años se le impidiera tener presencia en la mayor parte de Siria, Syria Relief/Action For Humanity, la organización humanitaria para la que trabajo, finalmente estableció una oficina formal en Damasco. Un colega que pasó gran parte de su vida en Turkiye está emocionado de regresar a su casa en la capital siria y reconstruir su vida allí.
Uno de mis amigos cercanos que no había visto a su familia dentro de Siria durante más de una década pudo viajar a su ciudad natal de Homs y reunirse con sus seres queridos. Yo, personalmente, espero mostrarles a mis hijos –todos ellos nacidos en Turkiye– una Siria muy diferente a aquella en la que yo crecí.
En medio de la alegría abrumadora de ver a nuestro país libre y en paz, también está la comprensión de los inmensos desafíos que tenemos por delante. Las realidades de la actual situación socioeconómica de Siria son desalentadoras.
Los últimos 13 años de sufrimiento, destrucción y desplazamiento indecibles no se pueden borrar de la noche a la mañana. La infraestructura crítica, incluidas las carreteras, la red eléctrica y las tuberías de agua, ha quedado diezmada. La economía está hecha jirones mientras el comercio y las cadenas de suministro siguen perturbados.
El sistema educativo de Siria se encuentra al borde del colapso en muchas partes del país, ya que muchas escuelas están destruidas o todavía se utilizan como refugios para los desplazados internos. Según UNICEF, más de 2,4 millones de niños no van a la escuela y otro millón corre el riesgo de abandonar la escuela. Esto aumenta la probabilidad de que existan mecanismos negativos para afrontar la situación, como el trabajo infantil y el matrimonio infantil.
Es necesario priorizar la educación –especialmente en los niveles primario y secundario– para evitar la pérdida de una generación entera a causa del analfabetismo. Es importante señalar también que las universidades se han visto significativamente afectadas, con muchas instalaciones dañadas y estudiantes obligados a abandonar sus estudios.
Las minas terrestres y otros restos explosivos de la guerra son otro obstáculo importante para la recuperación de Siria. El peligro que representan es terrible, especialmente para los niños. Sólo en el último mes, al menos 80 personas (incluidos 12 niños) han sido delicado debido a incidentes relacionados con minas.
La mitad de la población de Siria vive ahora en zonas contaminadas con minas terrestres. A medida que las personas desplazadas comienzan a regresar a sus hogares, no se pueden ignorar los peligros que plantean estos explosivos.
Mientras tanto, las intervenciones externas y la interferencia extranjera siguen alimentando la inestabilidad y persisten focos de violencia.
Teniendo en cuenta todo esto, estoy profundamente preocupado por la decisión de varios países que acogen a refugiados sirios de suspender las solicitudes de asilo. No nos equivoquemos: los sirios no quieren nada más que regresar a su país. Es nuestro hogar y anhelamos ser parte de su reconstrucción.
Pero Siria aún no está preparada para retornos a gran escala. Los países de acogida deben esperar hasta que los retornos puedan ser seguros, dignos y sostenibles. Mientras tanto, deberían permitir que los sirios regresen temporalmente para evaluar la situación sin temor a que se les niegue el reingreso.
Para que Siria sea apta para el retorno masivo de refugiados, hay una serie de áreas en las que necesita apoyo externo.
Primero, los donantes internacionales deben movilizar recursos adicionales para satisfacer las urgentes necesidades humanitarias de Siria. En 2024, 16,7 millones de personas necesitaban asistencia, la cifra más alta desde el inicio del conflicto en 2011.
Se necesitan fondos para abordar la escasez de alimentos, apoyar el regreso de los desplazados internos a sus hogares y proporcionar alojamiento y servicios de salud esenciales.
Las organizaciones locales y nacionales que han demostrado su eficacia sobre el terreno deben tener prioridad en la distribución de fondos con mecanismos flexibles que permitan una respuesta adaptativa a la situación en constante cambio.
En segundo lugar, se debe dar prioridad a la educación de los niños sirios. Establecer espacios de aprendizaje seguros para los niños es vital para evitar que una generación entera pierda el acceso a la educación.
En tercer lugar, Siria necesita ayuda en el proceso de rehabilitación política. Cientos de miles de personas han sufrido violencia política bajo el régimen anterior. Los supervivientes de torturas y desapariciones forzadas deben recibir atención especializada y se deben proporcionar reparaciones a las familias de los desaparecidos y fallecidos.
Siria también necesita cooperación internacional para garantizar que se haga justicia por los crímenes cometidos por el régimen de Al-Assad, ya sea a través de tribunales internacionales o mecanismos de justicia de transición. Estos esfuerzos son cruciales para defender la rendición de cuentas.
En cuarto lugar, no puede producirse una recuperación económica mientras Siria siga bajo sanciones. Debe haber un compromiso diplomático con las autoridades de transición en Damasco y una reevaluación de las restricciones económicas. Las sanciones sofocan la entrega de ayuda humanitaria y los esfuerzos de reconstrucción.
En quinto lugar, Siria necesita asistencia para la remoción de minas terrestres y de municiones sin detonar. Este es un paso crucial para garantizar la seguridad de los sirios desplazados que quieren regresar a sus hogares.
Es importante para mí enfatizar que los sirios no quieren permanecer en un estado de emergencia y dependiendo de la ayuda; Estamos listos para la reconstrucción y el desarrollo.
Después de años de oscuridad, finalmente podemos ver la luz. El futuro de Siria está en nuestras manos, pero la solidaridad y la cooperación de la comunidad global son esenciales para que podamos abordar los desafíos urgentes. Juntos podemos ayudar a Siria a reconstruirse, para que pueda emerger más fuerte, más inclusiva y más justa que nunca.
Las opiniones expresadas en este artículo son las del autor y no reflejan necesariamente la postura editorial de Al Jazeera.