Los malayos se indignaron después de que hace dos semanas se hiciera viral un vídeo en el que un hombre de negocios (aparentemente de China) advertía a los inversores que no contrataran empleados malayos debido a su falta de fiabilidad y falta de voluntad para cumplir demandas como el trabajo de horas extras.
Se quejó de que el personal malayo desaparecía “durante toda la tarde del viernes” mientras cumplían con sus obligaciones religiosas en la mezquita.
“Los malayos intentarán equilibrar la vida laboral y la religión lo mejor que puedan sin olvidar la razón por la que vivimos en la tierra. Trabajamos para ganar y vivir, NO para trabajar”, se lee en una réplica de Ana en Facebook.
Pero el verdadero problema que enfrenta la mayoría de las empresas en Malasia –independientemente de si están dirigidas por locales o por chinos continentales– es, en primer lugar, conseguir que los jóvenes trabajen, según expertos de la industria.