Ya sea en el cuarta revolución industrial semántica de Klaus Schwab o el concepto de Beijing de “nuevas fuerzas productivas”las grandes potencias están de acuerdo en una cosa: la competencia en el siglo XXI para obtener una ventaja geopolítica consiste en disponer de suficiente capital y potencial científico para ganar la carrera tecnológica por nuevos dominios económicos.
Del mismo modo, la inversión masiva de Estados Unidos en SpaceX –en forma de importantes contratos gubernamentales – muestra la importancia de los nuevos dominios. Mientras tanto, Rusia y China están trabajando juntas para lograr un base en la luna. Vale la pena: los nuevos dominios prometen beneficios económicos críticos y poderosas capacidades para presionar a los competidores.
Las soluciones que dan ventaja comparten una característica: todo es de doble uso. Los mercados en línea, como Amazon o Taobao, son benignos. Pero en Rusia también son una innovación militar: en una medida respaldada por el Estado, se ha creado un mercado en línea para piezas de drones. En Estados Unidos, una empresa de análisis de datos Palantir reveló con orgullo en 2023 que ha estado ayudando a Ucrania a mejorar la precisión de sus ataques mediante el procesamiento de big data utilizando inteligencia artificial (IA).
La integración de la IA en la infraestructura física proporciona una ganancia de productividad similar al avance de la máquina de vapor. No sorprende que el primer ministro chino, Li Qiang, haya llamado La IA es un motor para nuevas fuerzas productivas, mientras que el presidente ruso, Vladimir Putin, considera que tener tecnología de IA independiente es un requisito previo para la soberanía.
Los drones rusos utilizan cada vez más la IA en el frente de guerra y el gobierno está implementando programas de inversión regionales centrados en la integración de la IA en la industria productiva.