“Adrian es clave, clave, clave, y la pieza más importante del rompecabezas, sin duda desde un punto de vista técnico, desde un punto de vista de liderazgo técnico”, dijo Stroll. “Él liderará el equipo y creo que eso tendrá un efecto dominó en toda la organización”.
La persecución
La verdadera búsqueda de Newey por parte de Stroll no comenzó hasta abril, cuando descubrió que el legendario diseñador dejaría Red Bull, pero había comenzado a construir la relación casi una década antes, cuando se encontraron en el gimnasio.
En las carreras que se disputaban en todo el mundo, especialmente en Oriente Medio, ambos se entrenaban al mismo tiempo en los gimnasios de los hoteles y allí se conocían. Por eso, no fue una llamada en frío cuando Stroll se puso en contacto con él este año para intentar tentarlo.
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Sabía que habría rivales para hacerse con su fichaje. Ferrari era su mayor amenaza, dado que Newey había dicho en el pasado que le encantaría trabajar para el fabricante italiano y que estaría interesado en trabajar con Lewis Hamilton, que llegará allí procedente de Mercedes la próxima temporada. Pero también había interés de Alpine, Williams y Audi.
Así pues, Stroll lo puso todo en juego, como hizo cuando fichó al cuatro veces campeón del mundo Sebastian Vettel y cuando cerró un trato en cuestión de horas con el doble campeón del mundo Fernando Alonso para robárselo a Alpine.