Usar el cuerpo como yo es un conducto para el impulso primordial. La instrumentación como vehículo de purga tradicional: instrumentos que van desde un bodhrán y daf hasta pulsos sintetizados y ritmos procesados hasta arqueoacústicos cut ‘n’ haste loops.
Mezclar el pasado, desubicar el presente y fijar un futuro en el que innovar. Temas pesados que alteran el tiempo y que mezclan rimas con sueños etéreos.
El cuarto jugador largo, ‘Dragons’, es una obra de arte con audio y visualmente aumentada (desarrollada con el artista, diseñador y tecnólogo Matt Woodham) que (circun) navega por enfoques antiguos con respecto al progreso tecnológico para prestar atención a la precaución contemporánea con regresión ilógica.
Rock ‘n’ neural nunca morirá. Y así es como (y por qué):
Recuperación medieval: el hinter de ‘Dragons’ teje el estéreo con lo monolítico.
Transitoriedad arcaica: ‘Elder’ es un skitteration de batería y bajo de ‘Baba O’Reilly’ de The Who.
Hiperrealismo mágico: ‘Halos’ es un efecto FX metronómico que te hace temblar y te pone nerviosos.
Ritualismo habitual: ‘Lithurgy’ es un golpe-pisotón de hiper-trancefloor.
Epocal se hace eco: ‘Viajero’ es Movimiento. Impulso. Movilidad.
Eternamente sobrenatural: ‘Purr’ (par) establece el folclore.
Portal inmortal: ‘Brujita’ es lodo-roca panorámica.
Crusadism: ‘Equitem Nocte’ es una pesadilla de dubstep.
Discoteca Doomsday: ‘Ocre’ es el suelo de la Tierra en agitación.
Sacudidas de mitos: ‘Dragons 2’ es un cierre ceremonial armonioso.
El difunto Genesis P. Orridge, enfant terrible, agente provocador, saboteador cultural y templario ejemplar de la Juventud Psíquica de Throbbing Gristle dijo una vez: « Vivimos en este entorno tecnológico milagroso y, sin embargo, nuestro comportamiento humano todavía está gobernado por impulsos básicos de tiempos prehistóricos ».
En ‘Dragon’s Throwing Snow, puentea los caminos entre ahora y entonces, llena los espacios entre aquí y cuándo y ofrece estrategias de salida para el zen filosófico. Pero tienes que DESEARLO.