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El presidente sirio Bashar al-Assad ha sido rechazado internacionalmente durante más de una década, debido a la brutal represión de los manifestantes antigubernamentales y al uso de armas químicas por parte de su régimen durante la guerra civil del país. A pesar de las numerosas atrocidades denunciadas, el líder se ha aferrado al poder con el apoyo exclusivo de dos grandes potencias: Irán y Rusia. Ahora, sin embargo, está siendo bienvenido de nuevo al redil diplomático al regresar como miembro de la Liga Árabe, donde recibió el tratamiento de alfombra roja para una cumbre en Arabia Saudita. También ha sido invitado a la cumbre climática COP28 de este año en Abu Dhabi.
Los líderes de los Emiratos Árabes Unidos, Arabia Saudita y Jordania han decidido que necesitan trabajar con el régimen sirio para resolver problemas que van desde el regreso de los refugiados hasta la crisis del contrabando de drogas allí.
En Perspectiva, Gavin Lee habló con Nadim Houry, analista sirio y ex investigador principal de Human Rights Watch.