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En la superficie, la agitación en Rusia parecería algo para que EE. UU. celebre: un poderoso grupo de mercenarios que se involucra en un choque de corta duración con el ejército de Rusia en el mismo momento en que Ucrania está tratando de ganar impulso en una contraofensiva crítica. Pero la respuesta pública de Washington ha sido decididamente cautelosa. Los funcionarios dicen que Estados Unidos no tuvo ningún papel en el conflicto, insisten en que se trata de un asunto interno de Rusia y se niegan a comentar si podría afectar la guerra en Ucrania. La razón: evitar crear una oportunidad para que el presidente ruso, Vladimir Putin, aproveche la retórica de los funcionarios estadounidenses y anime a los rusos culpando a sus adversarios occidentales. Incluso el presidente Joe Biden, conocido por desviarse de los temas de conversación, se ha mantenido dentro del guión. Biden dijo a los periodistas el lunes que Estados Unidos y la OTAN no estaban involucrados. Biden dijo que realizó una videollamada con aliados durante el fin de semana y que todos están sincronizados para trabajar para asegurarse de que no le den a Putin “ninguna excusa para culpar de esto a Occidente” o a la OTAN. Para un análisis en profundidad y una perspectiva más profunda sobre el futuro de Wagner en el país y en el extranjero, Kristine Berzina, directora general del German Marshall Fund, se une a FRANCE 24.