En segundo lugar, Malasia debería aprovechar el enorme potencial de inversión verde en vehículos eléctricos (EV), incluidas las motocicletas, y en industrias basadas en hidrógeno. Malasia podría convertirse en líder en innovación, por ejemplo, en el uso de tecnología de intercambio de baterías en vehículos eléctricos para reducir los tiempos de recarga y mejorar la duración de la batería. Los incentivos para la adopción de vehículos eléctricos, como la exención del impuesto de circulación y la exención del impuesto personal relacionado con los gastos de vehículos eléctricos, están justificados. Una revolución de los vehículos eléctricos sería clave para el objetivo de Kuala Lumpur para 2030 de reducir la intensidad de carbono al 45 por ciento del nivel de 2005.
Un avance en el hidrógeno presenta la mayor esperanza en la tecnología renovable. El hidrógeno verde es una alternativa de energía limpia que puede generar un calor inmenso y al mismo tiempo producir agua como subproducto. Sin embargo, su comercialización enfrenta duros desafíos, especialmente debido al alto costo de producir hidrógeno. Las posibilidades ya están aumentando, ya que el hidrógeno se utiliza cada vez más en productos químicos, fabricación de fibras textiles, vidrio, electrónica y metalurgia.
Malasia tiene un gran potencial en esta área a medida que surgen experiencias positivas, por ejemplo en Sarawak, donde proyectos como H2ornbill y H2biscus, en colaboración con socios japoneses y surcoreanos respectivamente, han logrado avances en industrias basadas en hidrógeno y orientadas a la exportación.
En tercer lugar, Malasia necesita reforzar el apoyo institucional y financiero. Algunas áreas clave incluyen programas educativos y financiamiento para equipar a la fuerza laboral para una economía baja en carbono, y modelos de financiamiento, incentivos y subvenciones para la adopción de tecnologías verdes y la investigación y el desarrollo de tecnologías verdes.
El país necesita normas y regulaciones más claras en los mercados de energías renovables y un seguimiento más estricto de las inversiones verdes para mejorar la transparencia y la rendición de cuentas. El gobierno también podría abordar la formulación de una taxonomía verde, que los bancos locales han indicado que sería valiosa para establecer criterios para aprobar préstamos verdes. Por último, mejorar la accesibilidad y la calidad de los datos será crucial para el análisis, el seguimiento, la evaluación y las reformas futuras de las políticas.
Con su gran dependencia de los combustibles fósiles, Malasia enfrenta un camino difícil pero esencial hacia la descarbonización. No obstante, el país está bien posicionado para aprovechar las oportunidades tecnológicas emergentes para un crecimiento con bajas emisiones de carbono en la industria y el transporte. De cara al futuro, Malasia debe estimular con audacia y rapidez las inversiones verdes y perseguir sus objetivos de reducción de carbono.
Vinod Thomas es miembro senior visitante del ISEAS – Instituto Yusof Ishak. este comentario apareció por primera vez en el blog del Instituto, Fulcrum.