UNA PRUEBA DE HABILIDADES DIPLOMÁTICAS
Cuando se trata de diplomacia, Malasia es una potencia media, y Anwar un peso medio cuyas habilidades diplomáticas aún no se han materializado en algo más que giras mundiales y promesas de inversión. Su perspicacia diplomática pronto se pondrá a prueba con su presidencia de la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (ASEAN).
Anwar lleva mucho tiempo lidiando con un legado complejo. Alguna vez un activista estudiantil apasionado que cofundó el Movimiento Juvenil Musulmán de Malasia en 1971, su salida del movimiento islámico, particularmente después de alinearse con la administración de Mahathir Mohamad en la década de 1980, lo ha alejado de segmentos de su electorado conservador.
Sin embargo, dos períodos en prisión por cargos de delitos sexuales, que Anwar ha afirmado durante mucho tiempo que tuvieron motivaciones políticas, agravaron la percepción de traición entre las masas más conservadoras.
La dinámica cambiante en Siria podría ofrecerle a Anwar la oportunidad de recuperar su posición dentro de las comunidades musulmanas globales y de Malasia, abogando por un nuevo modelo de gobernanza que resuene con los principios islámicos moderados.
Anwar ha realizado más de una docena de viajes de alto perfil a Medio Oriente desde que asumió el cargo en noviembre de 2022. Si bien estas visitas han reforzado la presencia diplomática de Malasia, los críticos argumentan que el enfoque exterior de Anwar se ha producido a expensas de abordar cuestiones internas urgentes.
Para abordar estas preocupaciones, Anwar debe obtener resultados tangibles de sus compromisos diplomáticos. Una forma de hacerlo es construyendo una relación constructiva con los líderes emergentes de Siria.
Estados Unidos y las Naciones Unidas ya han enviado enviados para forjar vínculos con el nuevo liderazgo de Siria, lo que indica un cambio en la estrategia geopolítica en medio de los restos del régimen de Assad.
Mientras tanto, aunque los ministros de Asuntos Exteriores de Francia y Alemania también se han reunido con los nuevos líderes de Siria, las naciones europeas siguen siendo cautelosas a la hora de alinearse demasiado con facciones islámicas que alguna vez fueron etiquetadas como organización terrorista.
Para Anwar, esto presenta una oportunidad para promover la estabilidad en Siria y al mismo tiempo defender una narrativa islámica moderada. Sus vínculos históricos con estos movimientos, si bien forjan una fuerte relación con las potencias occidentales, podrían posicionarlo como un interlocutor principal, ayudando a superar las divisiones mientras aboga por la estabilidad y las consideraciones humanitarias en una región políticamente fragmentada.
Además, la posible relación de Anwar con el nuevo liderazgo de Siria podría tener importancia en el contexto más amplio del actual conflicto de Gaza. Establecer un aliado en la región podría darle influencia estratégica mientras Malasia busca posicionarse como líder entre las naciones de mayoría musulmana.