viernes, septiembre 20, 2024

Comentario: La dimisión del primer ministro japonés abre la puerta a una era caótica

EL LEGADO MIXTO DE FUMIO KISHIDA

Quienquiera que lo suceda, Kishida dejará un legado mixto de logros y bagaje.

Su historial en materia de defensa y política exterior habla por sí solo; no es casualidad que el embajador estadounidense Rahm Emanuel, el mayor animador de Japón, haya sido uno de los primeros en expresar su elogio. Elogió la “nueva era de relaciones” iniciada en los últimos tres años y habló de cómo el primer ministro podría hacer lo que su predecesor Abe no pudo: duplicar el gasto en defensa, relajar las normas de exportación de defensa y restablecer los vínculos con Corea del Sur, todo ello sin provocar protestas masivas.

Como las palomas chinas dentro del PDL son una especie en extinción en estos días, parece poco probable que un sucesor pueda agitar demasiado las cosas, aunque alguien como Sanae Takaichi, actual ministro de Seguridad Económica, podría hacer que las cosas se enderezaran aún más.

Pero es en casa donde las cosas necesitan más atención.

La política económica del “Nuevo Capitalismo” de Kishida fue un fracaso, asustó a los mercados y le valió el apodo despectivo (e inmerecido) de “Cuatro Ojos del Aumento de Impuestos”. Su sustituto deberá centrarse más en la economía interna.

Y se va con su promesa de aumentos salariales por encima de la inflación que apenas empieza a tener efecto, ya que los salarios reales finalmente aumentaron en junio por primera vez en 27 meses. Debería haber dado una vuelta de honor por haber derrotado a la deflación; en cambio, el público todavía se preocupa por la inflación y la debilidad del yen.

Su sustituto tendrá que lidiar con cualquier otra agitación en el mercado causada por las alzas de tasas del elegido por Kishida para dirigir el Banco de Japón, Kazuo Ueda.

Faltando más de un mes, es perfectamente posible que en lugar de airear trapos sucios en público, el partido se una en torno a un candidato convencional: la ministra de Asuntos Exteriores, Yoko Kamikawa, tal vez, o el peso pesado de la política, Toshimitsu Motegi.

Pero los posibles rivales deberían seguir el consejo de Kishida, conocido por ser un lector voraz. Se dice que uno de los libros favoritos del primer ministro es Crimen y castigo. Dostoyevsky escribe que «el poder sólo se concede al hombre que se atreve a agacharse y recogerlo… sólo hay que atreverse».

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