LO MEJOR QUE CHINA Y ESTADOS UNIDOS PUEDEN HACER EN ESTE MOMENTO
A pesar del viaje de Sullivan, las relaciones entre Estados Unidos y China a nivel institucional no mejorarán de manera espectacular. Las razones de ello tienen menos que ver con personalidades individuales (los analistas de política exterior estadounidenses tienen la costumbre de obsesionarse con las cualidades personales de Xi) y más con la alta política.
Estructuralmente hablando, Estados Unidos y China podrían estar destinados a tener una relación inherentemente confrontativa durante las próximas décadas en virtud de sus respectivas posiciones en el mundo.
Estados Unidos busca mantener su dominio sobre las relaciones internacionales en la medida de lo posible, mientras que China (como hacen todas las superpotencias aspirantes) está decidida a traducir su mayor riqueza y capacidad militar en mayor poder en el sistema internacional. Esto último, obviamente, chocará con lo primero, lo que dará lugar a un tipo de tensión bilateral que no es fácil de rectificar.
Si a esto le sumamos ideologías de gobierno completamente diferentes y una tendencia de los políticos estadounidenses a intimidar a China por razones políticas internas, la trayectoria a largo plazo de las relaciones parece ominosa incluso para el observador más optimista.
Por lo tanto, Estados Unidos y China probablemente se vean relegados a resolver sus desacuerdos en los márgenes con el objetivo de controlar la tensión mutua que existe. Aunque estas interacciones prácticas no harán que diplomáticos y líderes pasen a formar parte de los libros de historia, es lo mejor que Washington y Pekín pueden hacer en este momento específico.
Un componente clave de esta estrategia de reducción de tensiones es el diálogo cara a cara que sea duradero, perdurable y persista en el largo plazo, independientemente de quién ocupe el Despacho Oval. Hay que reconocer que la administración Biden lo entendió desde el principio, aunque sus acciones (la reacción histérica al “Balloongate” a principios de 2023, la más infame) puedan complicar el diálogo que espera preservar.
La conversación de Sullivan con Wang la semana pasada fue sólo la última de una serie de intercambios que se remontan a mayo de 2023, cuando ambos acordaron establecer un canal diplomático entre ellos para abordar las crisis a medida que surjan.
Los halcones de Washington que se oponen a China seguirán desestimando este tipo de reuniones, considerándolas, en el mejor de los casos, inútiles y, en el peor, una mera maniobra de apaciguamiento. ¿Qué sentido tiene, se preguntarán, mantener reuniones cuando el único resultado posible es más reuniones? Pero hay otra pregunta que con demasiada frecuencia se elude: ¿es una forma de aislamiento diplomático una alternativa viable?
Daniel R DePetris es miembro de Defense Priorities y columnista de asuntos exteriores en varias publicaciones. Este comentario Apareció por primera vez en el blog del Instituto Lowy, El Intérprete.