Hace dos años, cuando China comenzó a retirar sus restricciones pandémicas, Ella Chen vio una excelente oportunidad. Habiendo perdido su trabajo de oficina, tomó la audaz decisión de dedicarse ella misma al negocio: invirtió más de 100.000 yuanes (13.800 dólares estadounidenses) para abrir una tienda de té con leche en Guangzhou.
Desde entonces, Chen ha puesto todo su corazón en hacer que el negocio sea un éxito. Trabaja 13 horas al día, puede preparar 30 tipos de bebidas de té y ha ahorrado el alquiler al abrir en un barrio residencial en lugar del distrito comercial del centro.
Pero, como muchos propietarios de pequeñas empresas en China, Chen todavía tiene dificultades para llegar a fin de mes. El consumo no se ha recuperado como se esperaba desde la pandemia; en cambio, el crecimiento se ha desacelerado. Y eso está obligando a las empresas de todo el país a reducir sus operaciones o incluso cerrar.
“Al principio, las ganancias diarias superaban los 200 yuanes. Ahora suelen costar menos de 100 yuanes”, dijo Chen. “Esos clientes habituales que solían comprar un té con leche a 15 yuanes los fines de semana o por la noche han ido desapareciendo gradualmente. Todavía pasan por mi tienda, pero rara vez hacen una compra”.
Las micro y pequeñas empresas (MYPE) han sido durante mucho tiempo la columna vertebral de la economía privada de China en términos de creación de empleo, proporcionando entre 300 y 400 millones de puestos de trabajo, pero el sector ahora enfrenta una serie de desafíos severos en medio de una desaceleración económica más amplia.
La demanda insuficiente, las altas cargas impositivas y los crecientes costos laborales y de servicios públicos son sólo algunos de los problemas que enfrentan las Mypes, y la situación se ha deteriorado aún más en los últimos meses, según una encuesta nacional entre 7.500 operadores de Mypes realizada por el Centro de Investigación Empresarial de la Universidad de Pekín.