ESCONDIDA en un popular destino turístico se encuentra una ciudad como ninguna otra.
Whittier, Alaska, es el hogar de 263 residentes y las icónicas Torres Begich, pero tiene una característica notable.
Toda su población vive, trabaja y socializa bajo un mismo techo, viviendo la vida diaria dentro de las paredes de un único edificio de 14 plantas.
Construida durante la Guerra Fría como cuartel del ejército, la estructura ahora sirve como un centro comunitario autónomo, que alberga apartamentos, una oficina de correos, una tienda de comestibles, una clínica de salud, una iglesia e incluso una estación de policía.
Esta disposición de vida única crea una sensación de camaradería entre los residentes y fomenta un estilo de vida que combina el aislamiento con la conexión.
Pero el atractivo de Whittier no sólo reside en su notable comunidad sino también en su rica historia y su importancia estratégica como puerta de entrada a la naturaleza de Alaska.
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La historia de Whittier comienza con los nativos Chugach, quienes utilizaron el área como una ruta de transporte crucial para acceder a Turnagain Arm.
Este pasaje natural conectaba las aguas de Prince William Sound con el interior de Alaska, permitiendo el comercio y el transporte.
A mediados del siglo XX, el papel de Whittier cambió drásticamente.
Durante la Segunda Guerra Mundial, el ejército estadounidense reconoció la ubicación estratégica de la ciudad.
Rodeado de montañas y a menudo envuelto en nubes, Whittier era un puerto ideal, casi invisible, para operaciones militares.
La construcción del Ferrocarril Federal en 1943 reforzó aún su importancia, permitiendo transportar carga, tropas y suministros de manera eficiente.
Dos estructuras icónicas definen el legado de Whittier en tiempos de guerra: el ahora abandonado Edificio Buckner, alguna vez apodado una “ciudad bajo un mismo techo” por sus instalaciones autónomas, y las todavía prósperas Torres Begich, construidas originalmente para albergar al personal militar.
La resiliencia de la ciudad se puso a prueba en 1964, cuando el terremoto del Viernes Santo (el terremoto poderoso en la historia de América del Norte) desató tsunamis que causaron una destrucción significativa.
A pesar de la devastación, Whittier la reconstruyó y pasó de ser una base militar a una ciudad civil, incorporándose como ciudad en 1969.
BAJO UN SOLO TECHO
Begich Towers no es sólo un edificio residencial sino también el corazón de Whittier.
Dentro de sus muros se encuentran servicios esenciales como una tienda de comestibles, una escuela, una oficina de correos e incluso el departamento de policía de la ciudad.
Esta centralización es práctica, especialmente dado el clima subártico a menudo severo de Whittier, donde las fuertes nevadas y los vientos poderosos pueden aislar a la ciudad durante semanas.
Dado el alto riesgo de que los residentes queden atrapados en sus casas o en otros edificios, es fácil para las personas vivir en el mismo edificio y poder acceder a los servicios.
Los residentes describen la vida en Begich Towers como conveniente e impulsada por la comunidad.
Las áreas comunes fomentan la interacción social y el edificio alberga eventos frecuentes, desde barbacoas hasta celebraciones navideñas.
La cercanía fomenta relaciones sólidas, lo que hace que Whittier se sienta como una familia extensa.
UN FONDO ESCÉNICO
La ubicación de Whittier en la cabecera del Passage Canal ofrece impresionantes vistas de las montañas Chugach y Prince William Sound.
Es parte del Bosque Nacional Chugach, el segundo bosque nacional grande de los Estados Unidos, y es hogar de diversa vida silvestre, incluidas nutrias marinas, focas y ballenas jorobadas.
El clima oceánico subpolar de la ciudad está marcado por fuertes precipitaciones, con casi 200 pulgadas de lluvia al año, lo que la convierte en uno de los lugares húmedos de Estados Unidos.
Los inviernos son fríos pero moderados por el océano, mientras que los veranos son frescos e ideales para actividades al aire libre como caminatas, kayak y observación de vida silvestre.
La ubicación de Whittier también la sitúa en una zona sísmicamente activa.
El terremoto de 1964 sigue siendo un acontecimiento fundamental en su historia, que remodeló tanto su geografía como su infraestructura.
Llegar a Whittier es una aventura en sí misma.
El túnel en memoria de Anton Anderson, una maravilla de la ingeniería de 2,5 millas de largo, conecta la ciudad con el resto de Alaska.
Este túnel de un solo carril es el túnel de carretera largo de América del Norte y alterna el tráfico de vehículos y trenes en un horario cronometrado.
Abierto a los automóviles en 2000, el túnel transformó la accesibilidad de Whittier, estimulando el turismo y convirtiendo a la ciudad en un punto de embarque clave para cruceros a través de Prince William Sound.
El puerto de aguas profundas libre de hielo de Whittier también desempeña un papel vital en la economía de Alaska.
Apoya la pesca comercial, el transporte de carga y el turismo, al mismo tiempo que sirve como una parada importante para la Alaska Marine Highway.
El turismo se ha convertido en una piedra angular de la economía de Whittier.
Cada verano, la ciudad recibe a de 700.000 visitantes deseosos de explorar los fiordos, los glaciares y la vida salvaje de Prince William Sound.
Las aguas protegidas de Passage Canal lo convierten en un lugar ideal para practicar kayak y cruceros por glaciares, lo que atrae a aventureros de todo el mundo.
Whittier sirve como un hogar sereno para sus residentes y como un centro animado para los turistas que exploran la naturaleza de Alaska.
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La combinación de aislamiento y unión de la ciudad crea un estilo de vida que es tan distintivo como su geografía.
Desde sus orígenes como puerto nativo hasta su evolución como base militar estratégica y puerta de entrada moderna, la historia de Whittier es de resiliencia y comunidad.


























