Es hora de reforzar la alianza
Los aliados deberían centrarse en la desnuclearización
Los recientes comentarios de Pete Hegseth, elegido por el presidente electo Donald Trump para dirigir el Pentágono, han generado controversia al mencionar las ambiciones nucleares de Corea del Norte. En su respuesta al Comité de Servicios Armados del Senado, Hegseth se refirió a Corea del Norte como una «potencia nuclear», describiendo el creciente alcance de misiles, las capacidades de ojivas nucleares y las amenazas cibernéticas del país. Esta referencia, aunque técnicamente no es incorrecta al describir una nación con armas nucleares, conlleva importantes implicaciones para la situación de seguridad en la Península de Corea y más allá. También plantea preguntas cruciales sobre el futuro de la alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur y el objetivo más amplio de la desnuclearización en el noreste de Asia.
El término «energía nuclear» se ha convertido en una etiqueta general para los países que poseen armas nucleares pero que no están oficialmente reconocidos como estados con armas nucleares según el Tratado de No Proliferación Nuclear. Esto incluye países como India, Pakistán e Israel. Corea del Norte, que ha realizado múltiples pruebas nucleares, encaja claramente en esta descripción. Sin embargo, referirse a Pyongyang como potencia nuclear es problemático. No sólo cambia la narrativa internacional sobre el estatus nuclear de Corea del Norte, sino que también socava el esfuerzo de décadas liderado por Corea del Sur y Estados Unidos para lograr la desnuclearización del Norte.
Para Seúl, las implicaciones de etiquetar a Corea del Norte como potencia nuclear son profundas. Tal designación podría erosionar el marco diplomático y de seguridad de larga data que ha guiado las relaciones entre Estados Unidos y Corea del Sur, que se ha centrado en lograr la desnuclearización completa, verificable e irreversible (CVID) de Corea del Norte. Un cambio hacia la aceptación del estatus nuclear de Corea del Norte esencialmente abandonaría este objetivo crítico, trasladando la conversación de la desnuclearización al control de armas. El riesgo es que Washington y Pyongyang puedan eventualmente acordar una congelación nuclear en lugar de un acuerdo de desarme integral, dejando que Corea del Sur y sus aliados enfrenten la realidad de una Corea del Norte con armas nucleares.
Este posible cambio en la narrativa no sólo afectaría a la alianza entre Estados Unidos y Corea del Sur, sino que podría desencadenar un peligroso efecto dominó regional. Si se reconoce a Corea del Norte como potencia nuclear, países como Corea del Sur, Japón e incluso Taiwán podrían reconsiderar sus posturas no nucleares. Una carrera de armamentos nucleares en el noreste de Asia aumentaría los riesgos de seguridad en una región que ya está plagada de tensiones. Semejantes acontecimientos alterarían drásticamente el panorama geopolítico e introducirían un nuevo nivel de imprevisibilidad en el entorno de seguridad de la región.
Trump ha expresado públicamente su interés en involucrar al líder norcoreano Kim Jong-un en conversaciones directas, sugiriendo incluso que las armas nucleares de Corea del Norte podrían ser una ventaja si se manejan diplomáticamente. Algunos informes sugieren que Trump podría estar dispuesto a ofrecer un alivio de las sanciones a cambio de congelar el programa nuclear de Corea del Norte. Este enfoque, si bien podría aliviar las tensiones en el corto plazo, corre el riesgo de legitimar el estatus nuclear de Corea del Norte y empujar a la región hacia una era de proliferación nuclear en lugar de desarme.
A la luz de estas preocupaciones, es fundamental que Estados Unidos y Corea del Sur mantengan una postura unificada sobre la cuestión nuclear de Corea del Norte. Seúl ha dejado claro que no aceptará a Corea del Norte como potencia nuclear y es imperativo que Estados Unidos mantenga esta posición. La administración Biden ha reafirmado su compromiso con la desnuclearización, pero se teme que la política pueda cambiar bajo una segunda administración Trump. Dada esta incertidumbre, es crucial que Washington consulte estrechamente con Seúl y fortalezca su alianza de cooperación para garantizar que Corea del Norte siga comprometida con el proceso de desnuclearización.
Para mantener la estabilidad en la Península de Corea y evitar una mayor escalada nuclear, Estados Unidos debe continuar liderando los esfuerzos de desnuclearización de Corea del Norte y al mismo tiempo reforzar su alianza con Corea del Sur. Esto implica no sólo defender el marco CVID sino también fortalecer las capacidades de disuasión nuclear para contrarrestar las crecientes amenazas nucleares y de misiles de Corea del Norte. Una alianza fuerte, basada en el respeto mutuo y los intereses compartidos, será crucial para abordar los complejos desafíos que plantean las ambiciones nucleares de Corea del Norte.
Corea del Sur y Estados Unidos deben trabajar juntos para evitar la erosión del objetivo de desnuclearización. Centrarse en mantener la integridad del principio CVID, junto con una alianza fuerte y cooperativa, ayudará a garantizar que la Península de Corea permanezca libre de armas nucleares. Reconocer a Corea del Norte como potencia nuclear socavaría estos esfuerzos y correría el riesgo de desestabilizar la región. Ahora es el momento de que Seúl y Washington fortalezcan su alianza y continúen la lucha por una Corea del Norte desnuclearizada.
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