Los rebeldes islamistas que tomaron el control de la segunda ciudad más grande de Siria, Alepo, continuaron avanzando hacia el sur el domingo, una enorme vergüenza para el presidente sirio Bashar al-Assad y su ejército. El avance de los insurgentes se produce en un momento en que los aliados de Assad (Irán y los grupos que respalda y Rusia) están preocupados por sus propios conflictos.
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