domingo, octubre 20, 2024

El juego del Mossad ha expuesto los peligros de la política arriesgada en Oriente Medio

Dos años después de que Estados Unidos atacara con éxito al jefe de Al Qaeda en Afganistán, Israel pretendidamente llevó a cabo una operación encubierta en Irán, asesinando a Ismail Haniyeh, un líder clave de Hamás. La operación destacó por su misteriosa ejecución y el carácter sofisticado de la explosión de la bomba. Sin embargo, el trabajo de inteligencia en entornos tan complejos a menudo se convierte en un juego de suma cero, donde los conflictos se salen de control o se gestionan estratégicamente para evitar una escalada. Los espías operan en un mundo de alto riesgo donde sus acciones resultan en éxitos espectaculares o consecuencias catastróficas.

Juegos encubiertos al borde de la guerra

Durante la guerra Irán-Irak (1980-1988), uno de los conflictos más largos y devastadores de Oriente Medio, las operaciones encubiertas desempeñaron un papel fundamental entre bastidores. El Mossad, la agencia de inteligencia de Israel, tomó la decisión calculada de apoyar a Irán, a pesar de su enemistad jurada, para contrarrestar la amenaza planteada por Irak bajo Saddam Hussein. Esta estrategia era parte de la “doctrina de la periferia” de Israel, que buscaba construir alianzas con naciones no árabes para contrarrestar a los adversarios árabes.

Israel encubiertamente suministrado armas a Irán, con la aprobación de Estados Unidos para vender armas poco sofisticadas. Sin embargo, el Mossad se desvió de este acuerdo y proporcionó en secreto armas avanzadas de fabricación estadounidense a Irán para ganarse su confianza y obtener información de inteligencia sobre el principal reactor nuclear de Irak. Esta inteligencia fue crucial para la Operación Ópera de Israel en 1981, en la que aviones israelíes destruyeron con éxito el reactor nuclear iraquí Osirak para impedir que Saddam desarrollara armas nucleares.

El comercio de armas entre Israel e Irán se desarrolló sin problemas hasta 1982, cuando El tiempo de Nueva YorkEsto expuso a la empresa pantalla de Israel en los EE.UU., que estaba comprando armas sofisticadas para revenderlas a Irán. En respuesta, Israel cerró sus operaciones en Estados Unidos y reubicado Los enviaron a Londres en 1983. A pesar de que Estados Unidos lanzó la Operación Staunch en 1983 (una campaña para impedir la venta de armas a Irán), la inteligencia estadounidense en gran medida hizo la vista gorda ante las continuas violaciones del acuerdo secreto por parte de Israel.

Este episodio de espionaje puso de relieve tres riesgos clave: primero, Israel puso en peligro su relación con Estados Unidos; segundo, armó al enemigo con armamento avanzado; y tercero, su ataque al reactor nuclear de Irak durante una guerra en curso corría el riesgo de intensificar aún más el conflicto. Irán tomó represalias en 1980 atacando los reactores nucleares de Irak en Operación Espada Abrasadoraaunque con menos éxito que la Operación Ópera de Israel.

A lo largo de este período de negocios encubiertos de armas y ataques estratégicos, la comunidad de inteligencia estadounidense permaneció en gran medida en silencio, observando desde las sombras. La apuesta calculada de Israel de apoyar a Irán, a pesar de su animosidad, dio sus frutos en el corto plazo. Sin embargo, tales medidas geopolíticas de alto riesgo conllevan riesgos significativos, y si bien las acciones de Israel produjeron resultados favorables, fácilmente podrían haber resultado contraproducentes, alterando dramáticamente el curso de la guerra y la dinámica regional.

Los errores y errores de juicio del Mossad

La evaluación del Mossad sobre Saddam Hussein se desvió. Un ejemplo clave fue la creencia de Israel de que Saddam desplegaría armas no convencionales contra Israel durante la preparación de la guerra de Irak, particularmente entre 2002 y 2003. Esta convicción ignoraba la realidad de que Saddam estaba luchando por sobrevivir y carecía de la capacidad para llevar a cabo tales amenazas. Este error de cálculo, junto con errores similares de MI6 británico y la CIA estadounidense, contribuyeron a una mayor inseguridad en la región y desempeñaron un papel en la invasión de Irak encabezada por Estados Unidos en marzo de 2003. La invasión desestabilizó aún más la región y contribuyó al surgimiento de grupos terroristas como ISIS.

El Mossad también juzgado mal durante la Guerra de Yom Kippur de 1973, cuando la agencia subestimó la amenaza de un inminente ataque árabe. Israel fue tomado por sorpresa por el ataque sorpresa de Egipto y Siria el 6 de octubre de 1973. Este error de cálculo podría haber tenido consecuencias nefastas si no fuera por una aportación oportuna de inteligencia que ayudó a redirigir el enfoque militar de Israel, evitando un resultado potencialmente catastrófico. A pesar de estos lapsos, las estrategias de alto riesgo del Mossad en ocasiones han sido necesarias, como en el reciente asesinato de un líder de Hamas.

En octubre de 2024, en un lapso de sólo dos días, Israel atacó a dos personas de alto valor. El 15 de octubre, las fuerzas israelíes atacaron el Líbano y mataron a un alto comandante de Hezbolá en un ataque aéreo. Al día siguiente, el 16 de octubre, Israel llevó a cabo una sofisticada operación en Irán, asesinando al líder de Hamás, Ismail Haniyeh. El ataque, que involucró una bomba. según se informa plantado dos meses antes en una casa de huéspedes protegida por el IRGC, se activó utilizando tecnología de inteligencia artificial una vez que Haniyeh entró en la habitación. Aunque Israel no se ha atribuido la responsabilidad de la operación, Irán ha acusado al Mossad de orquestar el asesinato. Haniyeh había sido un objetivo marcado durante algún tiempo; Israel lo calificó de “hombre muerto ambulante” y atacó sistemáticamente a sus familiares en los meses previos a su muerte.

Para el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, este asesinato supuso un respiro temporal de la creciente presión política en medio del conflicto en curso y las negociaciones estancadas sobre los rehenes. La operación es vista como una represalia de Israel por los ataques del 7 de octubre de 2023, durante los cuales Hamás lanzó un ataque a gran escala contra el sur de Israel. Sin embargo, quedan dudas sobre el impacto más amplio del asesinato de Haniyeh. Algunos expertos sostienen que su destitución podría facilitar negociaciones más productivas y aumentar la probabilidad de llegar a un acuerdo, mientras que otros advierten que las complejidades de operaciones de alto riesgo hacen que el resultado sea incierto.

Negocios riesgosos, disuasión y escalada

El argumento central sigue siendo: las arriesgadas maniobras comerciales del Mossad, especialmente en el contexto de la escalada de conflictos, conllevan el riesgo de cruzar líneas rojas y reducir el espacio para la negociación, algo que Israel necesita para resolver su dilema de los rehenes. La cuestión no es proteger los intereses de seguridad nacional; se trata del momento y el nivel de riesgo que el Mossad decide asumir, lo que a veces puede conducir a resultados indeseables. Actualmente, la postura agresiva de Israel podría intensificar el conflicto y complicar sus esfuerzos por negociar rehenes.

Hay dos perspectivas sobre los riesgos que está asumiendo el Mossad. El primero sugiere que mantener una postura ofensiva disuadirá y debilitará al “eje de resistencia” (una coalición de grupos antiisraelíes), obligándolos a negociar y eventualmente a reducir la tensión. La segunda perspectiva advierte que prolongar el conflicto podría ampliar peligrosamente la política arriesgada en Oriente Medio, creando consecuencias externas e internas para Israel.

Si bien un conflicto prolongado no es lo mejor para la región, ofrece a Irán una oportunidad estratégica para presionar a la alianza entre Estados Unidos e Israel, forzando potencialmente negociaciones en términos iraníes. En este contexto, el Mossad puede volver a involucrarse en apuestas de alto riesgo para debilitar política y militarmente a los representantes de Irán. Sin embargo, las acciones del Mossad también podrían impulsar a la CIA a intensificar los esfuerzos de disuasión para preservar la estabilidad regional, lo que ilustra el frágil equilibrio de poder en Asia occidental.

El ejemplo histórico del asesinato de Abu Jihad por el Mossad en 1988, uno de los fundadores de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), tuvo consecuencias no deseadas. En lugar de debilitar la resistencia palestina, impulsó la Primera Intifada, que duró hasta 1993 y provocó 227 muertes israelíes. La evaluación del Mossad parecía contradecir la del Ministro de Asuntos Exteriores de Israel, Shimon Peres, quien creía que Abu Jihad era un líder moderado que podría haber contenido a Yasser Arafat. Según el jefe de la Inteligencia Militar de Israel, Amnon Lipkin, el carisma de Abu Jihad podría haber impedido que Hamas obtuviera la importante presencia que logró entre la población palestina. Esto ilustra los riesgos a largo plazo de las operaciones del Mossad, donde los éxitos tácticos pueden conducir a reveses estratégicos.

Conflicto Irán-Israel: “gris” en el equilibrio de poder

Oriente Medio se ha enfrentado a las complejidades de la Guerra Fría 2.0 y a los conflictos de la zona gris desde el final de la Guerra Fría y principios de la década de 2000. Sin embargo, la dinámica actual de la zona gris es más pronunciada que nunca, lo que sugiere que la región puede oscilar entre estados de “ni paz ni guerra” y períodos de conflicto intensificado. En el corto plazo, el escenario de “ni paz ni guerra” parece más probable, lo que podría cambiar estratégicamente el equilibrio de poder a favor de Israel. Este cambio no sólo socavaría la credibilidad de Irán sino que también prepararía el terreno para el resurgimiento de Israel, que recordaría el período posterior a la guerra árabe-israelí de 1967.

Tal reconfiguración del poder podría alentar una participación más activa de Estados Unidos en Medio Oriente, a medida que un Irán debilitado y un Israel fortalecido abren la puerta a oportunidades diplomáticas y políticas que sirven tanto a los intereses occidentales como a la estabilidad regional. Sin embargo, este realineamiento estratégico también puede aumentar las preocupaciones de seguridad, perturbando el potencial económico y político de los Estados del Golfo como los Emiratos Árabes Unidos y Arabia Saudita, que dependen de la estabilidad para crecer.

Por otro lado, si la región se asienta en un escenario prolongado de “ni paz ni guerra”, las preocupaciones por la seguridad persistirán, pero a niveles más sostenibles. En este contexto, Irán podría encontrar espacio para reagruparse y reconstruir sus redes de proxy. Si bien el ascenso de Israel y el debilitamiento de los representantes iraníes pueden parecer una ventaja estratégica, la historia muestra que tales situaciones pueden conducir al resurgimiento de esas mismas facciones. Por ejemplo, el fracaso de Estados Unidos en capturar a Osama bin Laden durante la batalla de Tora Bora en 2001 finalmente facilitó el resurgimiento de los talibanes. De manera similar, la invasión israelí del Líbano en 1982, conocida como Operación Paz para Galilea, a menudo se considera un error de cálculo estratégico que contribuyó al surgimiento de Hezbollah.

Este precedente histórico sugiere que los debilitados representantes de Irán podrían reagruparse y librar una guerra duradera contra Israel. Si bien esta dinámica puede perturbar la paz y la estabilidad, es poco probable que desemboque en una guerra a gran escala. Irán parece haber aprendido lecciones cruciales sobre el uso efectivo y restringido de fuerzas indirectas, lo que lo llevó a adoptar un enfoque más cauteloso. Por lo tanto, si bien persiste el potencial de conflicto, la probabilidad de otra guerra extensa parece baja, dejando a la región en un estado de paz fragmentada.

Las opciones y el futuro de Irán

Al haberse quedado sin paciencia estratégica, Irán ha intensificado las tensiones al lanzamiento ataques con misiles balísticos contra Israel. Es casi seguro que estas acciones desencadenarán una fuerte respuesta de represalia. En esta situación volátil, Irán enfrenta dos opciones principales.

Primero, podría involucrarse en una guerra limitada con Israel. Si bien esta opción corre el riesgo de causar daños significativos a Irán, que ya se encuentra en desventaja estratégica, también podría ayudar a reactivar sus redes proxy, permitiendo a Teherán reafirmar su influencia regional.

Alternativamente, Irán podría recurrir a una diplomacia secundaria para iniciar negociaciones serias con Israel, buscando evitar un conflicto directo. Esta opción se vuelve más atractiva a medida que Israel aborda preocupaciones urgentes sobre los rehenes, lo que hace que las negociaciones sean un camino más viable para reducir la tensión.

Tras el ataque con cohetes de Irán, que pudo haber causado daños moderados en Tel Aviv, Israel ha prometido para tomar represalias. Sin embargo, esta escalada genera preocupaciones sobre una guerra regional más amplia. Mientras Estados Unidos aboga por una respuesta mesurada, Israel prefiere un ataque rápido y decisivo. Comentarios recientes del Primer Ministro israelí Netanyahu sugieren que Israel se centrará en objetivos militares en lugar de infraestructura civil como instalaciones de petróleo y gas, que Irán ha atacado anteriormente. Se espera una huelga moderada pero efectiva.

Será crucial observar la reacción de Irán a las represalias de Israel. Aunque Israel ha recibido sistemas de misiles THAAD para defensa, atacar al ejército de Irán, particularmente a los sitios del CGRI, podría conducir a una confrontación directa entre los dos rivales y aumentar la participación de Estados Unidos. Un ataque limitado en lugares clave podría tener un impacto similar al de atacar sitios estratégicos en Irán. La rápida y calculada ofensiva de Israel será una respuesta decisiva, pero el próximo paso de Irán sigue siendo incierto y será crítico en los próximos días.

[Tara Yarwais edited this piece.]

Las opiniones expresadas en este artículo son propias del autor y no reflejan necesariamente la política editorial de Fair Observer.

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