En un importante despliegue de colaboración, los jefes de espías de Estados Unidos y Gran Bretaña recientemente escribieron en colaboración un artículo de opinión para Tiempos financieros. Titulado “Bill Burns y Richard Moore: La asociación de inteligencia ayuda a Estados Unidos y el Reino Unido a mantenerse a la vanguardia en un mundo incierto”, el pedazo subraya los esfuerzos conjuntos de ambos maestros del espionaje para navegar la actual incertidumbre global y las amenazas emergentes, particularmente de Rusia y grupos terroristas globales como ISIS. También destaca las dificultades de mantener la paz y la estabilidad en medio de múltiples guerras.
En su esfuerzo conjunto, el director de la CIA, William Burns, y el jefe del MI6, Richard Moore, deben reconocer el debilitamiento de la arquitectura de seguridad occidental y el rápido ascenso de China. Y la realidad de la situación internacional es más grave de lo que expresa su artículo.
Un marco de seguridad frágil en medio de disturbios globales
Los jefes de inteligencia ofrecen una evaluación aleccionadora de las crecientes dificultades que enfrenta el mundo hoy, particularmente aquellas agravadas por los rápidos avances tecnológicos. Sostienen que el sistema internacional es ahora más cuestionado que nunca, con amenazas sin precedentes que requieren cooperación global y acción rápida. Sin embargo, si bien reconocen los peligros que se avecinan, su llamado a fortalecer la arquitectura de seguridad y la asociación está abierto a escrutinio.
Es posible que ya no sea viable simplemente fortalecer la arquitectura existente, dados los recientes fracasos: descomponer de la seguridad europea, creciendo inestabilidad en Asia, la desastrosa política estadounidense retiro de Afganistán y el actual crisis en Bangladesh. Cada acontecimiento ha contribuido a una creciente ola de sentimiento antiestadounidense en varias regiones.
Aunque una asociación sólida entre Estados Unidos y el Reino Unido puede funcionar a nivel bilateral, su visión de que sirva como un contrapeso confiable al cambiante panorama geopolítico parece, en el mejor de los casos, demasiado optimista. Para Burns y Moore, la idea de que una asociación de este tipo se mantenga firme frente a los actuales trastornos globales sigue siendo una esperanza lejana.
La desmoronada red de seguridad de Europa
La arquitectura de seguridad de Europa lleva años deteriorándose. Estados Unidos ha experimentado una presión creciente para proporcionar una defensa sostenible contra las amenazas inminentes de Rusia y el posible resurgimiento de ISIS. A pesar de la retórica antirrusa generalizada en toda Europa, la respuesta de seguridad de la región ha sido mediocre. Muchas naciones europeas no han logrado financiar adecuadamente sus ejércitos. Acuerdos de armas críticos, como el promesa para suministrar proyectiles de artillería de 155 mm a Ucrania, han sufrido retrasos. Mientras tanto, Estados Unidos ha recibido críticas de la OTAN por su asistencia militar a Ucrania, lo que ha tensado aún más las relaciones.
La escalada de la ofensiva rusa a lo largo de las líneas del frente de Europa pone de relieve la coordinación inconexa entre Europa y Estados Unidos tanto en el frente estratégico como en el de seguridad. La idea de detener preventivamente la invasión rusa ya no tiene peso, ya que la realidad posterior a la invasión ha visto debilitarse la alianza transatlántica, lo que ha provocado importantes reveses para Ucrania. Incluso con victorias ocasionales de Ucrania, sostener la lucha contra Rusia sin el apoyo de Estados Unidos parece cada vez más improbable.
Mientras Estados Unidos se acerca a las elecciones de noviembre, Europa enfrenta una mayor incertidumbre. En su retórica de campaña, el expresidente estadounidense Donald Trump criticó abiertamente el incumplimiento por parte de Europa de sus compromisos de gasto en defensa. declarando que Rusia puede “hacer lo que quiera” con los países que no hacen todo lo posible. Sus palabras subrayan una cuestión evidente: el sector de defensa de Europa sigue obsoleto y carece de fondos suficientes, y carece de la modernización necesaria para afrontar las amenazas modernas.
En el frente económico, Europa está igualmente tensa. El ex primer ministro italiano Mario Draghi recientemente prevenido que la UE corre el riesgo de sufrir un “lento y agonizante declive”, según su mordaz informe. Mientras Europa lucha por mantener el ritmo tanto en el frente económico como en el de seguridad, y Estados Unidos lucha con el suyo propio.Decadencia americana”, la perspectiva de una asociación transatlántica fuerte para contrarrestar la agresión rusa parece más un tema de conversación política que una solución realista para cerrar las brechas estratégicas cada vez más profundas.
El suave declive de Estados Unidos en Asia
La abrupta y caótica retirada estadounidense de Afganistán en agosto de 2021 dejó al sur de Asia al borde de una crisis humanitaria y de seguridad. Aunque el asesinato El gobierno del jefe de Al Qaeda, Ayman al Zawahiri, en 2022 intentó salvar cierta credibilidad estratégica, pero hizo poco para enmascarar el desafío más amplio al que se enfrenta Estados Unidos: su influencia cada vez menor en la región. Mientras el ascenso de China continúa remodelando la dinámica asiática, Estados Unidos ha luchado por mantener su posición a través de esfuerzos tanto estratégicos como tácticos.
Iniciativas lideradas por Estados Unidos como el Quad y la alianza militar AUKUS, destinadas a que contiene El creciente poder de China en el Indo-Pacífico ha dado hasta ahora resultados decepcionantes. La defensa marítima de Australia sigue sin contar con fondos suficientes y subdesarrollada, a pesar de que Canberra, la capital del país, es una línea de frente crítica para AUKUS. Políticamente, el Quad también ha tenido dificultades, y la creación de consenso ha resultado difícil de alcanzar. El ex primer ministro australiano Malcolm Turnbull se sumó al escepticismo: señalando que Estados Unidos no exacerbará su propio déficit de submarinos vendiendo buques a Australia, una decisión que los residentes de Canberra han recibido mal.
Incluso la postura de Europa respecto del AUKUS ha estado plagada de tensiones. El acuerdo sobre submarinos entre Estados Unidos y el Reino Unido generó temores de que la relación transatlántica pudiera verse socavada. Estos acontecimientos resaltan una cruda verdad: la confianza y la transparencia en las alianzas de defensa son mucho más difíciles de construir de lo que parece.
Un reciente informe del Lowy Institute, titulado “Asia Power Snapshot: China and the United States in Southeast Asia”, pinta un panorama aún más sombrío. Concluyó que Estados Unidos ha perdido constantemente influencia frente a China en el sudeste asiático durante los últimos cinco años en sectores clave, incluidos la diplomacia, la cultura, la defensa y la economía. Este suave declive, sumado a supuestas políticas de puerta trasera y maniobras psicológicas clandestinas en países como Bangladesh, subraya la profundidad de la menguante influencia de Estados Unidos en el sur de Asia. Mientras tanto, el Reino Unido lidia con sus propias luchas político-económicas, lo que complica aún más su papel en la seguridad transatlántica y desafíos geopolíticos más amplios.
Inteligencia y terrorismo: un nuevo campo de batalla
Burns y Moore han subrayado los crecientes peligros que plantea la inteligencia artificial en su análisis de la evolución de las tácticas de guerra, particularmente en el conflicto entre Rusia y Ucrania. Sostienen que la IA ha alterado drásticamente las técnicas de guerra, con implicaciones que van mucho más allá de los campos de batalla actuales. Estas amenazas, sin embargo, no se limitan a Ucrania; son de alcance global y exigen una acción colectiva.
De manera similar, el terrorismo –a pesar de haber enfrentado reveses en los últimos años– ha experimentado un resurgimiento silencioso. El resurgimiento de ISIS en la periferia de Europa, junto con los recientes incidentes terroristas en África occidental e incluso la capital rusa de Moscúha obligado a EE.UU. a reconsiderar su posición en medio del deterioro de la seguridad europea.
Tanto los jefes de la CIA como del MI6 también han señalado operaciones de sabotaje llevadas a cabo por Rusia y China, adoptando una postura firme para contrarrestar tales amenazas. Sin embargo, incluso las operaciones de inteligencia enfrentan desafíos importantes. Estados Unidos ha sufrido reveses en China debido a su presencia encubierta, mientras que la unidad de inteligencia rusa GRU ha orquestado varias actividades subversivas en toda Europa, como ciberataques contra la OTAN y la UE. La intromisión del GRU ha revelado grietas en la estructura de seguridad occidental.
La frágil fachada de la asociación CIA-MI6
A pesar de la dura retórica, los jefes de la CIA y el MI6 han respaldado públicamente ideales como “confianza, apertura, desafío constructivo y amistad”. Afirman que estas cualidades sostendrán la asociación entre Estados Unidos y el Reino Unido durante mucho tiempo en el futuro, y que la relación seguirá sirviendo como pilar de “paz y seguridad globales”.
Sin embargo, la dura verdad es que estas características están en constante tensión. La fragilidad de esta llamada relación especial es evidente, ya que ha dado pocos resultados duraderos en los últimos años. Si bien esas palabras contribuyen a una diplomacia refinada, ambos jefes de espías ahora deben lidiar con el hecho incómodo: el progreso real en el fortalecimiento de su asociación ha sido lento e insuficiente. Queda por ver si sus esfuerzos renovados finalmente pueden solidificar el vínculo que ha sido puesto a prueba repetidamente por las crecientes presiones globales.
[Lee Thompson-Kolar edited this piece.]
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