El 28 de junio, mientras 21 millones de venezolanos esperaban los resultados de las elecciones, la oposición informó de una interrupción repentina del recuento de votos. Horas después, las autoridades electorales declararon ganador al presidente Nicolás Maduro con el 51% de los votos, a pesar de una participación récord y de pronósticos que favorecían claramente al líder opositor Edmundo González. Con un control estricto sobre la autoridad electoral, Maduro se aseguró otro mandato de seis años, ampliando su mandato desde que asumió el poder tras la muerte de Hugo Chávez en 2013.
A diferencia de las elecciones venezolanas anteriores de los últimos 25 años, en las que los candidatos en el poder siempre salían victoriosos, las elecciones de este año dieron a la oposición una oportunidad real de ganar. Al día siguiente de la votación, la líder opositora María Corina Machado declaró que las elecciones habían sido amañadas. Citando actas de los centros de votación, informó que González había obtenido alrededor del 70% de los votos, mientras que Maduro solo había obtenido el 30%.
Las reivindicaciones de la oposición están respaldadas por una análisis independiente del 83% de los registros de votación, que confirmaron que González obtuvo el 67,1% de los votos frente al 30,4% de Maduro. archivos están disponibles públicamente, a diferencia de los resultados oficiales, que siguen siendo inaccesibles hasta la fecha. Este análisis también coincide estrechamente con los resultados preelectorales realizados de forma independiente. centro pronosticando una victoria por amplio margen para González.
Varios gobiernos de la región, entre ellos Argentina, Chile, Uruguay y Perú, cuestionaron la victoria de Maduro. En respuesta, Maduro cortó relaciones diplomáticas con ellos al día siguiente. Incluso aliados como Brasil, Colombia y México lo instaron a revelar los registros de votación para legitimar su victoria. La Unión Europea rechazó los resultados debido a irregularidades electorales y Estados Unidos fue más allá y reconoció oficialmente a González como ganador.
Si Maduro hubiera reconocido los verdaderos resultados electorales, Venezuela se habría convertido en el último país latinoamericano en hacer la transición a la democracia. Lamentablemente, el gobierno parece estar deslizándose cada vez más hacia la autocracia, lo que alimenta la actual protestasAhora está claro que la dictadura venezolana está dispuesta a permanecer en el poder a cualquier precio.
El ascenso de la oposición
Desde 2018, cuando Maduro ganó un segundo mandato presidencial mediante manipulación electoral ilegal, la oposición de Venezuela se ha fortalecido.
Un momento clave que demuestra esta creciente fortaleza fue la formación de un gobierno interino por parte del exlíder opositor Juan Guaidó en 2019, utilizando disposiciones constitucionales, que obtuvo el apoyo de Estados Unidos y varios países latinoamericanos. Sin embargo, en 2021, la Asamblea Nacional, dominada por el régimen de Maduro, disolvió el gobierno de Guaidó. Tres de los cuatro principales grupos de la oposición buscaron entonces formar una coalición unida para las elecciones de 2024.
En 2023, con Guaidó y otros dos exlíderes de la oposición en el exilio, María Corina Machado tomó la iniciativa de construir un movimiento cívico contra Maduro. A mediados de 2023, Machado había alcanzado una popularidad sin precedentes, no vista desde la Revolución Bolivariana bajo Chávez. Su carisma y su enfoque conciliador unieron a los venezolanos en torno al objetivo, alguna vez impensable, de derrotar a Maduro.
Eduardo González obtuvo la nominación de la “Unidad Democrática” luego de que el Tribunal Electoral, bajo el control de Maduro, declarara inelegible a María Corina Machado en 2023. Los esfuerzos para reemplazarla por otro aliado fracasaron dos veces, por lo que González fue la candidata oficial. A pesar de estos obstáculos, la coalición opositora ha logrado unificar a los venezolanos en su lucha por un cambio de gobierno y la democratización.
Durante la campaña, González y Corina recorrieron Venezuela en lo que llaman su “Caravana por la Libertad”. Se concentran en ciudades pequeñas y medianas, atrayendo grandes multitudes a manifestaciones para expresar su desaprobación del régimen. En cambio, Maduro se concentró en manifestaciones en zonas que apoyan a Chávez, que atrajeron a menos asistentes.
Mientras el apoyo a la oposición crecía, el respaldo a Maduro y su régimen se desvanecía.
Menguante apoyo al régimen
La credibilidad de Maduro como líder democrático se ha visto empañada por su retórica chovinista, su pobre historial en materia de derechos humanos y sus tendencias autocráticas. En los últimos días de la campaña, Maduro intensificó su retórica agresiva. Atacó a los medios de comunicación extranjeros y cuestionó la legitimidad de los procesos electorales en los países democráticos. También revocó las invitaciones a las delegaciones oficiales de observación electoral, incluida una encabezada por el expresidente argentino Alberto Fernández.
Sin embargo, aún quedaban esperanzas de que este año se respetarían las reglas básicas para unas elecciones libres y justas, dada la Acuerdo de Barbados El acuerdo, firmado entre el gobierno y la oposición de Venezuela en octubre de 2023, tenía como objetivo celebrar elecciones presidenciales en el segundo semestre de 2024 con monitoreo internacional y participación de la oposición en las primarias. Sin embargo, ha sido violado sistemáticamente. Estados Unidos levantó parcialmente las sanciones para alentar el cumplimiento, pero las restableció seis meses después. Después de las elecciones, Estados Unidos tomó posesión de Maduro. avión por violaciones a las sanciones, lo que indica su desaprobación del líder autocrático.
Las sanciones han exacerbado el colapso económico de Venezuela, poniendo a prueba los subsidios y programas sociales de los que dependen muchos venezolanos pobres. Desde la muerte de Chávez en 2013, las crisis económica y humanitaria de Venezuela han empeorado, poniendo a prueba la capacidad del país para proporcionar servicios básicos. En este estado de crisis permanente, el régimen ha recurrido cada vez más a la corrupción para mantener la lealtad de sus aliados y de los militares. En un intento desesperado por mantener a los militares unidos en apoyo al régimen, Maduro intentó anexar ilegalmente Esequibo, un territorio en disputa con Guyana, en 2023.
Como resultado, la popularidad de Maduro ha disminuido. Según DelfosEl 25,1% de los venezolanos cree que su gobierno es malo y el 47,2% cree que es muy malo.
El día de las elecciones y sus consecuencias han sido tensos y llenos de… protestasAlrededor del 42% de los venezolanos han declarado que protestarán si Maduro permanece en el poder, y casi el 81% ve las elecciones de 2024 como un punto de inflexión crucial para el cambio de régimen.Delfos).
Maduro carece de apoyo internacional para sus actuales esfuerzos por mantenerse en el poder, pero hay poco consenso sobre cómo abordar la situación. La mayoría de los países latinoamericanos abogan por una mayor presión internacional sobre Maduro y presionan por una transición pacífica a la democracia. Sin embargo, Brasil y Colombia, que actualmente son los más influyentes en los asuntos venezolanos, argumentan que el aislamiento internacional de Venezuela limita las opciones diplomáticas para facilitar esta transición.
Un largo camino hacia la democracia
Las elecciones presidenciales de este año en Venezuela representan un momento decisivo en los 25 años de autocracia de Chávez y Maduro. Aun así, una transición pacífica será un desafío por varias razones.
En primer lugar, el ejército desempeña un papel crucial en la crisis venezolana. Aunque formalmente no es un régimen militar (a menudo clasificado como un régimen híbrido), la Revolución Bolivariana de Chávez se construyó sobre bases militaristas. Chávez ganó prominencia por primera vez en 1992 a través de un golpe de Estado fallido y, desde su elección en 1999, ha estructurado la revolución en torno a dos pilares: la movilización social chovinista y el apoyo militar. Con la posibilidad de resultados impugnados, la probabilidad de violencia es alta, lo que hace que el ejército sea fundamental para un régimen que lucha por mantener el control.
En segundo lugar, las transiciones que implican una participación pública masiva, o “transiciones desde abajo”, tienden a ser repentinas y violentas. Sin embargo, la movilización social venezolana ha sido comparativamente débil. Para que se produzca una transición gradual y pacífica, el gobierno tendría que negociar con la oposición y abrir el régimen. Es poco probable que Maduro acepte cualquier tipo de transición política o modificación del statu quo actual mientras el ejército apoye a su gobierno. Venezuela, por lo tanto, tiene pocas opciones para democratizarse.
El camino de Venezuela hacia la democracia será tortuoso si Maduro, como Chávez, sigue utilizando tácticas iliberales para sofocar a la oposición y crear un ambiente electoral poco competitivo. El régimen ha intentado limitar la capacidad de comunicación de la oposición, aunque candidatos claves lograron aparecer en las redes públicas. En los últimos meses, la represión a la disidencia se ha intensificado: seis de los colaboradores cercanos de María Corina Machado, incluido su jefe de campaña, buscaron refugio en la Embajada de Argentina en Caracas para evitar ser arrestados. Además, una semana antes de las elecciones, el jefe de seguridad de Machado fue detenido por la policía durante 24 horas por razones no reveladas.
Por el momento, a pesar de la represión, la mejor opción para la oposición es seguir utilizando estrategias democráticas. Históricamente, las dictaduras latinoamericanas tienen fecha de caducidad, con las pocas excepciones de Cuba y Nicaragua. El lento camino de México hacia la democratización en los años 90 demostró cómo una dictadura se debilita cuando se enfrenta a elecciones con una oposición popular considerable. El país puso fin a 60 años de dominio de un partido revolucionario en 2001 al elegir a un presidente de la oposición.
El régimen ha perdido gran parte de su apoyo popular, mientras que la oposición ha ganado impulso. A pesar de la posibilidad de que Maduro se vuelva más radical y represivo, estas nuevas dinámicas hacen que una transición democrática sea más probable que en el pasado.
[Ting Cui edited this piece.]
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