Najib, de 71 años, ha presionado agresivamente para que lo liberen de la cárcel, respaldado por una base política ferozmente leal y una controvertida afirmación de que un decreto suplementario del rey anterior autorizaba su liberación bajo arresto domiciliario. Comenzó a cumplir su condena en la prisión de Kajang en 2022.
“Nizar, el hijo de Najib, ha presentado la orden del sultán. ¿A qué espera el gobierno? Dejemos que Najib se vaya a casa”, dijo Rosli Mamat, de 42 años, partidaria del distrito electoral de Pekan, en el estado de Pahang, mientras unas 300 personas se congregaban frente al Palacio de Justicia en la capital administrativa de Putrajaya el lunes en una manifestación de solidaridad organizada por el partido islamista PAS.
Sin embargo, el sentimiento público respecto a la liberación de Najib está lejos de ser favorable. Muchos malayos recuerdan las elecciones de 2018 que lo derrocaron a él y a su otrora poderoso partido UMNO, alimentadas por acusaciones de corrupción rampante y la apropiación indebida del fondo 1MDB que él creó. El escándalo, que ha inspirado una serie de Netflix y numerosos libros, puso al descubierto la corrupción sistémica en los niveles más altos del poder en Malasia.