Los combates se reanudaron el domingo entre el ejército de Malí y los grupos separatistas y rebeldes tuareg en la región norte del país, dijeron oficiales militares y funcionarios electos.
Desde que tomaron el poder mediante un golpe de estado en 2020, los gobernantes militares del país africano han dado prioridad al restablecimiento de la soberanía sobre todas las regiones y Kidal podría convertirse en un campo de batalla clave.
Un militar dijo a la AFP que el ejército maliense «reanudó las operaciones sobre el terreno para asegurar todo el territorio nacional».
Un funcionario electo local, que también habló bajo condición de anonimato, dijo que «los combates se han reanudado cerca de Kidal» y los lugareños podían «escuchar sonidos de cohetes».
El domingo se vieron aviones del ejército volando hacia Kidal, dijo otro funcionario.
Los combates habían comenzado un día antes cuando el ejército se acercaba a la zona, después de anunciar el jueves que estaba iniciando «movimientos estratégicos destinados a asegurar y erradicar todas las amenazas terroristas en la región de Kidal».
Un gran convoy militar estacionado desde principios de octubre en Anefis, a unos 110 kilómetros (68 millas) al sur, partió hacia Kidal.
Fuentes militares, políticas y rebeldes informaron de los enfrentamientos. Pero detalles como el número de víctimas o las tácticas involucradas no pudieron confirmarse de forma independiente en la remota región.
Los rebeldes en Kidal cortaron las conexiones telefónicas el viernes en previsión de una ofensiva del ejército tras varios días de ataques aéreos.
Unas 25.000 personas viven en la zona del desierto de Kidal, un lugar clave en el camino a Argelia y un foco histórico de insurrección.
Los residentes se han preparado para una confrontación desde que la rebelión tuareg volvió a tomar las armas en agosto.
Los tuaregs ya lanzaron una insurgencia en 2012, infligiendo derrotas humillantes al ejército antes de acordar un alto el fuego en 2014 y un acuerdo de paz en 2015.
El levantamiento de 2012 coincidió con insurgencias de grupos islamistas radicales que nunca dejaron de luchar contra Bamako, hundiendo a Mali en una crisis política, de seguridad y humanitaria que se ha extendido a los vecinos Burkina Faso y Níger.