El estrés es la reacción del cuerpo al sentirse amenazado o bajo presión. Es muy común, puede ser motivador para ayudarnos a lograr cosas en nuestra vida diaria y puede ayudarnos a satisfacer las demandas del hogar, el trabajo y la vida familiar.
Pero demasiado estrés puede afectar nuestro estado de ánimo, nuestro cuerpo y nuestras relaciones, especialmente cuando lo sentimos fuera de nuestro control. Puede hacernos sentir ansiosos e irritables y afectar nuestra autoestima.
Experimentar mucho estrés durante un largo período de tiempo también puede provocar una sensación de agotamiento físico, mental y emocional, a menudo llamado agotamiento.
El estrés puede manifestarse mediante una gran variedad de síntomas, pero existen algunos signos básicos. Estos síntomas se pueden dividir, a grandes rasgos, en cuatro tipos diferentes:
1. Físico: Fatiga, dolores de cabeza, migrañas, insomnio, dolores/rigidez muscular (especialmente cuello, hombros y espalda baja), palpitaciones del corazón, dolores en el pecho, pérdida de la libido, síndrome del intestino irritable, calambres abdominales, náuseas, temblores, extremidades frías, enrojecimiento o sudoración. y resfriados frecuentes.
2. Mental: Disminución de la concentración y la memoria, indecisión, mente acelerada o en blanco, confusión, falta de sentido del humor.
3. Emocional: Ansiedad, nerviosismo, depresión, ira, frustración, preocupación, miedo, irritabilidad, impaciencia, mal genio.
4. conductual: Caminar de un lado a otro, inquietud, hábitos nerviosos, comer más, pérdida de apetito, mayor dependencia de accesorios: fumar, beber, consumir drogas; llorar, gritar, maldecir, culpar y hasta tirar cosas o golpear.
Sin embargo, el hecho de que experimente alguno de los síntomas anteriores no significa necesariamente que esté estresado. Un cierto nivel de presión es una parte natural de la vida cotidiana. El peligro surge cuando las cosas se salen de control y esta presión se convierte en estrés crónico, algo que puede dañar nuestro bienestar físico y mental.
Si sufres estrés en casa, es probable que tu trabajo empiece a sufrir, mientras que si estás estresado en el trabajo, afectará tu vida familiar. Esto crea un peligroso ciclo de depresión del que puede resultar casi imposible escapar.
Fuente: Servicio Nacional de Salud