Un día de agosto, Aynalem se dirigía a la universidad en la región de Amhara, en el norte de Etiopía, cuando de repente unos hombres armados detuvieron el autobús y subieron a él.
“Eran todos muy jóvenes y nos amenazaron con fusiles de asalto. Yo estaba aterrorizada”, recuerda la estudiante de ingeniería biomédica de 21 años.
Los secuestradores vendaron los ojos a Aynalem y a los demás pasajeros. Tras varias horas de viaje, la obligaron a llamar a su familia para exigir el pago de un rescate.
Querían 500.000 birr (unos 4.400 dólares), una suma enorme en un país donde más de un tercio de la población vive por debajo del umbral de pobreza.
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Luego comenzó una angustiosa espera de varios días en un bosque.
“Nos hicieron dormir en el pasto, sólo teníamos agua sucia y una barra de pan”, dijo Aynalem.
“Pasé por cosas horribles”, continuó, rompiendo a llorar. “Fui agredida sexualmente”.
Después de varios días, la familia de Aynalem logró reunir el dinero “endeudándose mucho y pidiendo préstamos a varias personas”, dijo su madre, y ella fue liberada.
El nombre de Aynalem fue cambiado por razones de seguridad, al igual que los de otras víctimas y familiares que hablaron con la AFP.
No todos los que estaban en el autobús escaparon con vida de la terrible experiencia.
“Mientras estuve secuestrada, varias personas murieron porque sus familias no pudieron pagar el rescate. Podía oírles suplicar a nuestros secuestradores antes de morir”, dijo.
– ‘Vacío de seguridad’ –
Muchas regiones de Etiopía, el segundo país más poblado de África, con alrededor de 120 millones de habitantes, están plagadas de secuestros.
Los observadores dicen que la amenaza ha crecido desde el final de la brutal guerra de dos años entre el gobierno y las fuerzas rebeldes en la región norteña de Tigray, que resultó en la muerte de varios cientos de miles de personas.
Ese conflicto terminó en gran medida con un acuerdo de paz en noviembre de 2022, pero las rebeliones armadas han empeorado en otras dos regiones, Oromia y Amhara.
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Los grupos armados están explotando el vacío de seguridad en zonas fuera del control del gobierno, dijo Mebrihi Brhane de la ONG Human Rights First Ethiopia.
“La capital es el único lugar seguro del país”, declaró Mebrihi a la AFP, afirmando que los secuestros se han convertido en una “epidemia”.
“Son una forma para que los jóvenes desempleados ganen dinero”, dijo.
La Comisión Etíope de Derechos Humanos, un organismo independiente pero afiliado al Estado, advirtió en un informe este mes sobre una “proliferación y agravamiento” de los secuestros tanto por parte de bandas criminales organizadas como de “miembros de las fuerzas de seguridad del gobierno”.
Las autoridades rara vez comentan este tipo de incidentes y el portavoz del gobierno no respondió a las solicitudes de la AFP.
– ‘Demasiado pobre para pagar‘ –
La EHRC acusa al Ejército de Liberación de Oromo, que ha estado luchando contra las fuerzas federales en Oromia desde 2018, de llevar a cabo numerosos secuestros, incluida la captura de más de 160 estudiantes que viajaban por la región en julio.
Un hombre dijo a AFP que los secuestradores exigieron 700.000 birr (unos 6.100 dólares) a cambio de la liberación de su hermana.
“Pero somos demasiado pobres para pagar”, dijo.
“No he recibido ninguna prueba de que mi hermana esté viva. Esto ha dejado a mi familia y a mí ansiosos y desesperados”.
En otro secuestro ocurrido en marzo en Adwa, en la región de Tigray, una familia dijo que les pidieron tres millones de birr (alrededor de 26.000 dólares) por la liberación de Mahlet Teklay, de 16 años.
Su hermana Millen dijo a AFP que los secuestradores se negaron a dejarla hablar por teléfono.
Sin prueba de vida y sin dinero, la familia no pagó.
Tres meses después, tras geolocalizar el teléfono de Mahlet, la policía arrestó a tres sospechosos.
“Llevaron a la policía al lugar donde mataron y enterraron a mi hermana”, dijo Millen con voz temblorosa.
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“Se habían acobardado y la estrangularon con sus propios cordones”.
La familia está presionando para que el juicio por asesinato se celebre en la capital de Tigray, Mekele, en lugar de Adwa, donde temen que los sospechosos tengan amigos en puestos oficiales.
Mebrihi, el activista de derechos humanos, dijo que la impunidad estaba muy extendida.
“Mientras el gobierno no controle ciertas regiones, los criminales quedarán impunes”, afirmó.