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Su muerte ha provocado el mayor levantamiento contra el régimen iraní desde que los mulás llegaron al poder hace más de 40 años. Mahsa Amini, una mujer kurda de 22 años, murió el 16 de septiembre luego de ser arrestada por la policía moral de Irán por violar el estricto código de vestimenta para mujeres del país. Desde entonces, los manifestantes han estado tomando las calles para expresar su enojo. El régimen ha respondido con arrestos, torturas, sentencias de muerte y ejecuciones. Muchos manifestantes que intentan escapar de esta represión han huido a la región del Kurdistán en el vecino Irak, donde han encontrado refugio. Informa Kevin Berg.
El Kurdistán iraquí se ha convertido en un refugio para los exiliados de Irán. Ante la represión del régimen, cada vez más iraníes cruzan la frontera para unirse a los comandos kurdos en un intento por derrocar a los mulás.
Entre ellos hay mujeres, decididas a luchar. Para encontrarlos, tuvimos que cruzar las montañas kurdas para llegar a un lugar secreto a pocos kilómetros de la frontera con Irán.
Descubrimos allí a un comando experimentado con dos recién llegados: Sadia, de 18 años, y Nour, de 25, quienes están siendo entrenados en el uso de armas. Ambos son iraníes y están buscados por las autoridades por haber participado en las protestas tras la muerte de Amini. Solo uno de ellos es kurdo.
>> La falta de liderazgo es tanto una fortaleza como una debilidad del movimiento de protesta de Irán
Armas y un poema contra la brutalidad del régimen
Mientras esperan regresar a Irán para luchar por su libertad, las mujeres recitan un poema por su país:
“Contra este estado asesino. Este estado asesino asustado por simples bolígrafos. Este estado asesino que está tomando la sangre de su juventud.
Tratando de mantenernos callados para que nuestras voces no se escuchen fuera de Irán.
Pero en el frío y la lluvia, bajo los escombros de armas y misiles, ha salido el sol y también la esperanza.
Por esa esperanza, durante años, nuestro pueblo ha dado su sangre.
Libertad, independencia, los sacaremos de este estado ocupado».
Otros iraníes exiliados, que no han tomado las armas, resisten en silencio con la esperanza de que la libertad llegue a Irán. Este es el caso de algunas familias iraníes, que abandonaron su país a toda prisa y ahora viven en alojamientos improvisados en el Kurdistán iraquí.