En Cuba, unos 3.000 musulmanes, entre ellos conversos, estudiantes de países árabes y otros residentes musulmanes, están celebrando su mes sagrado del Ramadán, marcado por el ayuno y el aumento de las oraciones.
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Aunque la mayoría de la población practica las religiones yoruba y católica, el Islam también es practicado por seguidores que encuentran en la isla caribeña un lugar donde sus costumbres y tradiciones son plenamente respetadas.
En la práctica cubana, los creyentes en Alá se levantan a las cuatro cuarenta y cinco minutos para comer algún alimento ligero que les dé energía para el resto del día, y si es posible, beber algo, antes de iniciar el ayuno diurno.
Una vez prohibido comer, beber o tener relaciones sexuales, los fieles cubanos siguen con su vida cotidiana; van a la escuela o al trabajo, realizan tareas domésticas, aunque a un ritmo ligeramente más lento. Según algunos creyentes, los primeros días de ayuno suelen ser algo agotadores, por lo que ralentizan un poco el ritmo de vida.
Cuba realiza la festividad sagrada del Ramadán.
Ramadán es el noveno mes del calendario islámico, observado por los musulmanes de todo el mundo como un mes de ayuno (sawm), oración (salah), reflexión y comunidad. pic.twitter.com/E39zvQ209N— teleSUR Inglés (@telesurenglish)
12 de marzo de 2024
En la isla, según los testimonios de los musulmanes residentes, tanto los espacios de trabajo como de estudio suelen mostrar solidaridad y comprensión con quienes celebran esta sagrada festividad islámica. En contraste con una vida diurna menos intensa a lo largo del mes, las actividades nocturnas, como las reuniones y la ruptura del ayuno en las mezquitas, adquieren mayor importancia.
Después del atardecer, la comunidad islámica en Cuba, como en el resto del mundo, realiza la oración Magris antes de romper el ayuno. Primero se comen comidas ligeras y luego se preparan grandes cenas, especialmente en la mezquita de La Habana Vieja, que alberga a la mayoría de los fieles de la isla.
Para los musulmanes, el Ramadán no es sólo un mes de oración y ayuno, es también un tiempo de celebración y esperanza, días para compartir con sus hermanos en la fe, para reforzar la ayuda a los ancianos, viudas, niños y a cualquier persona necesitada, espiritual o materialmente.
«El Ramadán es precisamente un mes y un período de tiempo en el que los creyentes se esfuerzan por tomar medidas por sí mismos, para ayudar a los necesitados, para crear espacios de apoyo que abarquen al mayor número de personas posible», describe Jorge Elías Gil Vian, Académico Director de la Unión Árabe de Cuba y profesor del Instituto Ecuménico Superior de Ciencias Religiosas de La Habana.