El expresidente Pedro Castillo es acusado de ‘dar un golpe de Estado’ luego de que intentó disolver el Congreso en 2022.
La fiscalía de Perú ha solicitado formalmente 34 años de prisión para el expresidente Pedro Castillo, quien fue dramáticamente destituido de su cargo y arrestado tras su intento de disolver el Congreso a finales de 2022.
Castillo, cuya destitución desató meses de protestas mortales que afectaron al sector minero clave en el país rico en cobre, permanece en prisión preventiva.
El viernes, la fiscalía escribió en las redes sociales que pedía pena de cárcel por “delitos de rebelión, abuso de autoridad y alteración grave del orden público”.
En la solicitud presentada ante el tribunal, Castillo es acusado de “realizar un golpe de Estado”.
Castillo, un ex maestro del Perú rural, elegido en 2012, fue el primer líder de la nación andina sin vínculos con las élites y fue aclamado como el primer presidente pobre del país.
Una vez que asumió el cargo, el líder izquierdista se vio envuelto en una lucha de poder con el Congreso liderado por la oposición y fue acusado por el fiscal general de liderar una organización criminal que involucraba a su familia y aliados y que entregaba contratos públicos a cambio de dinero.
Antes de su destitución en diciembre de 2022, Castillo dijo que el plan para disolver “temporalmente” el Congreso era “restablecer el estado de derecho y la democracia” en el país.
Sin embargo, los políticos de la oposición dijeron que la decisión iba en contra de la constitución de Perú y el Congreso votó abrumadoramente para destituirlo del máximo cargo del país.
Castillo ha argumentado que fue víctima de una conspiración política entre la oposición de derecha y el fiscal general.
“Nunca tomé las armas”, ha dicho en las audiencias judiciales desde su arresto.
Castillo fue reemplazado por su vicepresidenta, Dina Boluarte, quien enfrentó protestas cuando algunos le pidieron que renunciara y celebrara elecciones anticipadas.
Una represión por parte de las fuerzas de seguridad mató a unas 50 personas, según una estimación de Human Rights Watch, que acusó a las autoridades peruanas de ejecuciones extrajudiciales y arbitrarias.
Si bien Boluarte enfrenta una investigación por la muerte de los manifestantes, mantiene inmunidad hasta que finalice su mandato en 2026.