martes, octubre 15, 2024

Hungría criticada por su «absurda» propuesta de retrasar el impuesto al combustible de aviación

Si bien el diésel, la gasolina y la electricidad que se utilizan para el transporte ferroviario y por carretera están sujetos a fuertes impuestos, las aerolíneas y el transporte marítimo (desde los barcos pesqueros hasta los cruceros) siguen disfrutando de ventajas económicas, una situación que puede alentar opciones de viaje perjudiciales para el medio ambiente.

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Un documento filtrado sugiere que Budapest quiere abandonar la idea de establecer un impuesto mínimo al queroseno que alimenta la floreciente industria aérea antes de mediados de siglo, en un aparente intento por desbloquear una reforma estancada de las normas europeas de tributación energética que ha provocado indignación entre los ambientalistas.

La Comisión Europea propuso hace tres años una reforma a la Directiva de Impuestos sobre la Energía de 2003 como parte de un paquete de medidas para alcanzar el nuevo objetivo de una reducción del 55% en las emisiones de CO2 para 2030, incluida una propuesta para eliminar la exención general para los combustibles de aviación y marítimos.

Pero el proyecto de ley ha sufrido repetidos retrasos, agravados por el hecho de que los impuestos son una de las pocas áreas políticas en las que la legislación de la UE solo puede promulgarse si cuenta con el respaldo unánime de los 27 estados miembros.

En una propuesta de compromiso vista por Euronews que busca romper el punto muerto en las conversaciones intergubernamentales, el actual presidente del Consejo de la UE, Hungría, ha sugerido que las tasas impositivas mínimas para los combustibles de aviación y marítimos se pospongan hasta 2049.

Para Jo Dardenne, activista principal sobre temas de aviación en el grupo paraguas de ONG Transporte y Medio Ambiente en Bruselas, la idea estaba en total desacuerdo con los objetivos de la política climática de la UE.

“Es difícil encontrar palabras para describir lo absurdo de una propuesta de retrasar la introducción de un impuesto sobre el combustible para aviones y barcos hasta 2049, si no para siempre”, dijo Dardenne. “Con su propuesta, el gobierno húngaro ha destruido por completo el propósito mismo de esta última parte del Pacto Verde, que era poner un precio a los combustibles sucios”.

En cambio, el sector de la aviación europea, representado por el grupo de presión Alines For Europe (A4E), afirmó que las aerolíneas ya pagan “importantes sumas de impuestos” y que para 2030 sus miembros –entre los que se incluyen el Grupo Lufhansa y Ryanair– pagarán “más de 10.000 millones de euros” por derechos de emisión en el marco del sistema de comercio de emisiones de la UE.

“Un impuesto sobre el combustible de aviación será contraproducente, pondrá en peligro la competitividad del sector aéreo europeo y posiblemente llevará a los pasajeros a aeropuertos no pertenecientes a la UE”, dijo a Euronews el portavoz de A4E, Kevin Hines. Los miembros del grupo planean invertir 14.800 millones de euros en el desarrollo de combustibles de aviación sostenibles y 165.000 millones de euros en nuevos aviones para 2030, afirmó.

Hace cinco años, varios gobiernos de la UE apoyaron la idea de gravar el combustible de las aerolíneas: los Países Bajos organizaron una conferencia sobre el tema en 2019 y Bélgica, Francia, Suecia y Luxemburgo estuvieron a favor, mientras que la Comisión Europea concluyó que tendría un impacto insignificante en la economía de Europa antes de presentar su proyecto de ley de reforma en 2021.

Más recientemente, el comisario europeo de clima, Wopke Hoekstra, dijo a los eurodiputados durante una audiencia parlamentaria el pasado mes de octubre que era un “absurdo” que la situación no hubiera cambiado. “Cuando conduzco un coche hasta la gasolinera, entre el 50 y el 60 por ciento de lo que pago en el surtidor son impuestos”, afirmó el exministro holandés. “Sin embargo, si reposto un avión, no hay impuestos en absoluto. Cero”.

En la cumbre climática COP28 en Dubai el año pasado, los Países Bajos impulsaron una declaración conjunta sobre la eliminación progresiva de los subsidios a los combustibles fósiles, que fue firmado por Antigua y Barbuda, Austria, Bélgica, Canadá, Costa Rica, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Luxemburgo y España y pidió que se prestara “especial atención” al transporte aéreo y marítimo.

Sin embargo, las deliberaciones de la UE sobre este asunto parecen destinadas a prolongarse. Está previsto que los delegados gubernamentales discutan la propuesta de compromiso húngara a puerta cerrada en Bruselas el 16 de septiembre.

En el Parlamento Europeo se llegó a un impasse similar, y el principal negociador de la Asamblea, Johan van Overtveldt –miembro belga del grupo derechista ECR que fue reelegido en julio– resultó ser una figura divisiva. “Si votar significa arriesgarse a impuestos más altos y decir no a la energía nuclear, entonces preferiría no votar en absoluto”, dijo van Overtveldt en abril, cuando archivó polémicamente una votación sobre la propuesta en el comité de asuntos económicos y financieros, dejando en la práctica que el nuevo parlamento la resolviera.

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