ESTE es el momento en que dos tribus rivales en Papúa Nueva Guinea se enfrentaron en una calle pública, desatando una andanada de flechas mientras los combatientes se agachaban, esquivaban y saltaban en medio del caos de una pelea tradicional.
Imágenes dramáticas muestran a docenas de hombres invadiendo una carretera estrecha, encorvados mientras avanzaban unos hacia otros armados con arcos, flechas y machetes.
Se puede ver a algunos corriendo hacia adelante antes de caer abruptamente al suelo para evitar el fuego entrante.
Otros saltan limpiamente sobre flechas que golpean el asfalto bajo sus pies.
El clip captura la cruda intensidad del enfrentamiento, con los combatientes moviéndose en ráfagas coordinadas, sacando flechas de sus espaldas y disparando a quemarropa.
Varios hombres saltan hacia un lado en el último segundo mientras las flechas pasan silbando por sus cabezas, antes de volver a unirse a la refriega.
BATALLA EN LA SELVA
La tribu aislada grande del mundo que MATA a los forasteros ahora se enfrenta a la extinción
A pesar de la ferocidad del enfrentamiento, destaca la ausencia de armas de fuego.
Las armas están prohibidas en las calles, lo que obliga a los clanes rivales a depender de armas tradicionales que se han utilizado en las guerras tribales durante siglos.
No está claro si algún miembro de alguna de las tribus resultó herido durante el enfrentamiento.
Los clanes y tribus de Papúa Nueva Guinea llevan mucho tiempo peleando por agravios como la propiedad de la tierra, disputas de compensación y percibidos insultos.
En años recientes, las elecciones han actuado cada vez como focos de violencia, y las tribus se han alineado con candidatos y partidos locales.
Tradicionalmente, los conflictos se rigen por estrictas normas consuetudinarias. El hombre que primero plantea un agravio –conocido como “el dueño de la pelea”– es responsable de iniciar y terminar el enfrentamiento, y se espera que su clan lo apoye.
Históricamente, los ancianos desempeñaron un papel estabilizador, fomentando la mediación y garantizando la neutralidad, incluidas reglas que prohibían ataques a no combatientes o edificios neutrales.
Sin embargo, los líderes comunitarios dicen que esas costumbres son cada vez ignoradas.
A menudo se acusa a los combatientes jóvenes de lanzar ataques contra los deseos de los mayores, erosionando mecanismos de larga data diseñados para limitar el derramamiento de sangre.
Si bien los arcos y las flechas siguen siendo armas simbólicas del conflicto tribal, el panorama amplio es mucho mortífero.
En las tierras altas, la afluencia de mercenarios y armas de fuego automáticas ha transformado pequeñas batallas en matanzas en masa.
El año pasado, la policía descubrió 64 cuerpos ensangrentados a lo largo de un tramo remoto de una carretera en las remotas tierras altas de Papua Nueva Guinea, en lo que las autoridades describieron como una espantosa escalada de violencia tribal.
Se cree que las víctimas eran combatientes que fueron emboscados por un grupo rival en las primeras horas de la mañana.
Imágenes gráficas de la policía mostraban cuerpos desnudos y mutilados apilados en un camión de plataforma o desnudos al borde de la carretera, algunos con extremidades amputadas y botellas o latas colocadas sobre el pecho.
El comisionado de policía, David Manning, condenó el ataque como un “acto vergonzoso de barbarie” y anunció operaciones de seguridad específicas para restablecer el orden, advirtiendo que los agentes tenían permiso para usar fuerza letal si los civiles o el personal de seguridad eran amenazados.
El subcomisionado Samson Kua confirmó tarde que continuaban los tiroteos en los valles cercanos y que todavía se estaban recuperando cadáveres de los matorrales circundantes.
Los investigadores dijeron que los atacantes tenían acceso a un extenso arsenal, que incluía AK-47, M16, AR15 y escopetas de bombeo.
En las tierras altas de Papúa Nueva Guinea, la guerra tribal se ha arraigado tanto en la vida cotidiana que muchos ahora la consideran inevitable.



















