El gobierno japonés planea actualizar sus ocho destructores Aegis para el año fiscal 2027 para que puedan instalarse con misiles de crucero Tomahawk comprados en los Estados Unidos, dijo el sábado una fuente del gobierno.
La medida tiene como objetivo permitir que Japón lance misiles de largo alcance desde varios lugares mientras el país busca desarrollar capacidades que puedan atacar objetivos dentro del territorio de un adversario, en medio de las crecientes amenazas nucleares y de misiles de Corea del Norte y el ascenso militar de China.
Según la fuente, Japón planea adquirir los últimos misiles Tomahawk Block-5 con un alcance de unos 1.600 kilómetros. El gobierno ya ha anunciado un plan para comprar 400 Tomahawks, asignando 211.300 millones de yenes (1.600 millones de dólares) en el presupuesto para el año fiscal 2023 a partir de abril.
Actualmente, dos barcos de la Fuerza de Autodefensa Marítima equipados con el sistema de defensa antimisiles Aegis están estacionados en la base naval de Yokosuka en la prefectura de Kanagawa. Otros dos tienen su sede en la base de Maizuru en la prefectura de Kioto y los cuatro restantes en la base de Sasebo en la prefectura de Nagasaki.
El gobierno planea destinar fondos para renovar el sistema de lanzamiento vertical de tiro rápido de cada barco a partir del año fiscal 2024 para la instalación de misiles Tomahawk.
Los destructores Aegis de clase más nuevos de Japón están equipados con un sistema de lanzamiento vertical que puede cargar hasta 96 misiles. Pero es poco probable que estén equipados solo con Tomahawks, ya que los barcos también están asignados para interceptar misiles balísticos.
Japón también planea agregar dos barcos Aegis más para el año fiscal 2032 y encargar dos barcos para el año fiscal 2028 que se construirán como una alternativa a un plan descartado para implementar un sistema de defensa antimisiles Aegis con base en tierra.
A fines del año pasado, Japón decidió adquirir las llamadas capacidades de contraataque y duplicar su gasto en defensa en un cambio dramático en su política de seguridad de posguerra bajo la Constitución de renuncia a la guerra de la nación.
El gobierno japonés ha sostenido que tener la capacidad de atacar bases enemigas es posible según la Constitución si se puede considerar una medida de autodefensa. Pero Japón hasta ahora no había optado por equipar a sus Fuerzas de Autodefensa con las habilidades, dejando el papel a su aliado de seguridad, Estados Unidos.
En su nueva Estrategia de Seguridad Nacional, el gobierno dice que se necesitan capacidades de contraataque para que Japón reaccione en caso de ataques con misiles por parte de un oponente y para prevenir nuevos ataques.
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