Rusia ha recurrido a una «flota de sombras» para transportar su petróleo y gas para superar las sanciones occidentales y los límites de precios. Estos barcos tienen propietarios turbios y son difíciles de rastrear. Están creciendo en número y ayudando a mantener viva la máquina de guerra de Rusia mientras plantean los riesgos de seguridad y ambientales. Hasta ahora, las sanciones no han podido detener la flota. Pero los países occidentales están aumentando los esfuerzos para tomar medidas enérgicas contra los barcos peligrosos.
El Kiev Independent habló con Elisabeth Braw, una becaria senior de la Iniciativa de Seguridad Transatlántica del Consejo Atlántico, para averiguar qué opciones tiene Occidente y cuán peligrosa es realmente la flota de sombras.