Los científicos han descubierto una nueva forma de vida «loca» que se esconde dentro de nuestros cuerpos.
Encontraron entidades parecidas a virus completamente nuevas, llamadas «obeliscos», que son fragmentos circulares de material genético que contienen uno o dos genes y se autoorganizan en forma de varilla.
Los obeliscos aparecen en la mitad de la población mundial, pero sólo se descubrieron cuando los investigadores buscaban patrones que no coincidían con ningún organismo conocido en las bibliotecas genéticas.
Colonizan las bacterias dentro de la boca y los intestinos de los humanos y viven dentro de su huésped durante aproximadamente un año, pero los científicos no saben cómo se propagan.
Los obeliscos tienen genomas de bucles de ARN que se asemejan a los viroides, que son virus que infectan las plantas, lo que deja a los expertos desconcertados sobre por qué se encontraron en bacterias asociadas a los humanos.
«Es una locura», dijo Mark Peifer, un biólogo celular y del desarrollo que no participó en la investigación. Ciencia. «Cuanto más miramos, más locuras vemos».
No está claro si los obeliscos son dañinos o beneficiosos, pero el equipo sugirió que podrían «existir como pasajeros evolutivos sigilosos».
Los científicos también dijeron que estas pequeñas y primitivas entidades pueden haber desempeñado un papel fundamental en la configuración de la biodiversidad que existe hoy en la Tierra, ya que podrían ser capaces de infectar organismos de muchas especies diferentes a lo largo de su evolución.
Los científicos han descubierto una nueva forma de vida llamada «obeliscos» que se esconde dentro de las bacterias que viven en nuestros intestinos y boca (STOCK)
Los científicos aún no están seguros de si estas formas de vida recién descubiertas pueden enfermar a las personas, pero hay una especie de viroide que sí puede: la hepatitis D.
Los obeliscos, los viroides y los virus son técnicamente organismos no vivos que dependen de un huésped para sobrevivir. No comen, no se regeneran ni copulan.
Aun así, algunos investigadores creen que los viroides y sus parientes (tal vez también los obeliscos) representan las «formas de vida» más antiguas de la Tierra.
El equipo de investigación, dirigido por el bioquímico de Stanford Ivan Zheludev, detectó los obeliscos examinando datos de una base de datos de ARN que contiene miles de secuencias recopiladas de bocas, intestinos y otras fuentes humanas.
Analizaron estos datos para buscar moléculas de ARN circular monocatenario que no coincidieran con ninguna secuencia de viroides conocida y que no codificaran proteínas.
Su análisis reveló 30.000 tipos distintos de obeliscos. Sus genomas habían sido pasados por alto anteriormente porque son muy diferentes a cualquier forma de vida encontrada y documentada antes.
Pero los hallazgos, publicados en la revista Celúlaindican que los obeliscos son todo menos raros.
Los investigadores encontraron que la mitad de la población mundial lleva obeliscos en la boca, mientras que un pequeño siete por ciento los lleva en el intestino.
Se necesitarán más investigaciones para comprender completamente cuán prevalentes son.
El equipo de investigación detectó los obeliscos examinando datos de una base de datos de ARN que contiene miles de secuencias recopiladas de bocas, intestinos y otras fuentes humanas.
Los investigadores creen que estos seres colonizan células bacterianas para poder replicarse, de forma similar a como un virus infecta a un huésped y luego se replica en su interior.
El tipo de obelisco variaba según la parte del cuerpo en la que se encontraban y de qué muestra humana procedían.
Un análisis a largo plazo sugirió que un solo tipo de obelisco puede vivir dentro de un huésped humano durante aproximadamente un año.
Los investigadores creen que estos seres colonizan células bacterianas para replicarse, de manera similar a como un virus infecta a un huésped y luego se replica en su interior.
Encontraron evidencia de esta relación huésped-patógeno en Streptococcus sanguinis, que es un componente bacteriano común de la placa dental. Este microbio alberga un tipo específico de obelisco.
Esto es importante porque esta especie de bacteria se puede cultivar fácilmente en el laboratorio, lo que permitirá que estudios futuros comprendan cómo los obeliscos sobreviven y se replican dentro de las células microbianas.
Todos los obeliscos que se han descubierto hasta ahora codifican una proteína importante conocida como obulina, y muchos también codifican una segunda forma más pequeña de esta proteína.
Las obulinas son completamente diferentes a todas las demás proteínas conocidas y los científicos aún no están seguros de para qué sirven o cómo funcionan.
En este momento, los científicos sólo pueden especular sobre el papel evolutivo y ecológico que desempeñan los obeliscos.
Es posible que sean parásitos y dañinos para las células huésped, pero también podrían ser beneficiosos o totalmente benignos.
Si estudios futuros revelan que los obeliscos tienen un impacto significativo en la salud o la funcionalidad del microbioma humano, sería un descubrimiento importante para la salud humana, dicen los expertos.