El entusiasmo fue palpable el lunes, cuando los gobiernos de Malasia y Singapur firmaron un acuerdo casi sin precedentes para establecer formalmente la Zona Económica Especial Johor-Singapur (JS-SEZ) después de más de un año de negociaciones.
El gran interés por el proyecto es comprensible. Se trata de una enorme empresa conjunta que cubre una superficie de más de 3.500 kilómetros cuadrados (1.400 millas cuadradas) en las regiones del sur y del este de Johor, más de cuatro veces el tamaño de Singapur.
Igualmente, si no más importante, es el hecho de que la JS-SEZ está respaldada por el compromiso no de uno, sino de dos países que buscan desarrollar una nueva área de crecimiento que esperan se convierta en un abanderado del potencial económico del Sudeste Asiático.
Como la mayoría de las ZEE del mundo, un punto focal clave de la zona de Johor-Singapur será la manufactura, lo cual es una obviedad para los países que buscan inversiones a gran escala que también brinden amplias oportunidades de empleo para la población local.
Pero a diferencia de muchas otras ZEE, la JS-SEZ tiene ambiciones mucho más amplias.
Más allá de simplemente establecer fábricas, Malasia y Singapur quieren aprovechar nuevas áreas de crecimiento junto con industrias prioritarias que esperan que hagan de JS-SEZ la región elegida no sólo para hacer negocios preparados para el futuro, sino también para vivir y jugar.