El gobierno de Sudán, alineado con el ejército, suspendió el martes sus vínculos con el bloque de África Oriental IGAD, acusándolo de «violar» la soberanía del país al invitar a un jefe paramilitar rival a una cumbre.
Nueve meses después de que estalló la guerra entre el ejército regular y las Fuerzas paramilitares de Apoyo Rápido, el ejército ha ido perdiendo territorio mientras el líder paramilitar Mohamed Hamdan Daglo ha estado de gira por las capitales africanas.
En un nuevo impulso a su posición diplomática, la IGAD invitó a Daglo a una cumbre en Uganda el jueves, que aceptó.
Daglo confirmó su asistencia en un comunicado el miércoles temprano y pidió negociaciones «no sólo entre las dos partes», sino que incluyan «instituciones nacionales que apoyen la democracia, la sociedad civil, las organizaciones religiosas, los jóvenes y todo el pueblo».
Pero la invitación de la IGAD llevó al Ministerio de Asuntos Exteriores, leal al jefe del ejército y líder de facto de Sudán, Abdel Fattah al-Burhan, a anunciar que suspendería su relación con el bloque.
Acusó a la IGAD de “violar la soberanía de Sudán” y sentar un “precedente peligroso”.
El bloque, en paralelo con Estados Unidos y Arabia Saudita, había intentado repetidamente mediar entre los dos generales en guerra, pero sin éxito.
El ministerio acusó el sábado al bloque de dar legitimidad a la «milicia» de Daglo al invitarla a una reunión a la que asistirán los jefes de Estado y de gobierno de los miembros.
Burhan había acusado recientemente al bloque de parcialidad y de querer intervenir en “un asunto interno”.
Daglo acaba de salir de una gira por seis capitales africanas, incluidos miembros de la IGAD, mientras que los analistas dicen que el jefe del ejército está cada vez más aislado diplomáticamente a medida que sus tropas pierden terreno ante los avances de las RSF.
Burhan ha reaccionado con enojo ante el creciente estatus diplomático de Daglo, acusando a los líderes africanos que lo recibieron de complicidad en atrocidades contra civiles sudaneses.
Ambos bandos han sido acusados de crímenes de guerra, incluido el bombardeo indiscriminado de zonas residenciales, tortura y detención arbitraria de civiles.
Las RSF también han sido acusadas de asesinatos en masa por motivos étnicos, saqueos desenfrenados y violaciones.
La guerra ha matado a más de 13.000 personas, según una estimación conservadora del proyecto Armed Conflict Location & Event Data.
Según cifras de la ONU, alrededor de 7,5 millones de civiles han huido de los combates al extranjero o a otras partes del país.