El informe del ACNUR planteó preocupaciones de que el uso de la pena capital por parte de Japón podría contravenir las leyes internacionales y criticó su práctica establecida desde hace mucho tiempo de informar a los condenados a muerte el mismo día de su inminente ejecución.
También calificó el método de ejecución japonés, el ahorcamiento, de “cruel, inhumano o degradante” y condenó la práctica de notificar únicamente a los familiares después de que se habían llevado a cabo las ejecuciones.
El informe del ACNUR ha sido recibido con indignación en Japón, y muchas personas lo ven como una intrusión injustificada por parte del organismo internacional.
“¿Qué le da a la ONU el derecho de exigir tales cosas a un gobierno soberano que sigue sus leyes?” preguntó Hiromichi Moteki, un historiador conservador.