El segundo mandato de Donald Trump como presidente no sólo remodelará la política estadounidense, sino que transformará fundamentalmente la geopolítica. Abrazando el proteccionismo, el aislacionismo y el nacionalismo, pretende congelar el multilateralismo y redirigir los recursos estadounidenses hacia prioridades internas. Si su primer mandato sirve de guía, las consecuencias serán predecibles.
Europa podría verse obligada a establecer una relación más estrecha con China, incapaz de antagonizar a ambas potencias. La Comisión Europea bajo el mando de Ursula von der Leyen tendrá dificultades para seguir alineándose con la política estadounidense, especialmente si los aliados de extrema derecha de Trump ganan influencia en las capitales europeas.
El nacionalismo impulsa las políticas militares y económicas de Trump, poniendo a Estados Unidos en primer lugar a expensas de las alianzas globales. Al centrar los recursos en el país, reduce la probabilidad de conflicto, pero corre el riesgo de dejar de lado a regiones como el Indo-Pacífico.