A medida que los programas espaciales presionan por una mayor inclusión de las personas con discapacidades, otros campos terrestres, como la atención médica, podrían seguir su ejemplo.
Exploración espacial Podría ser un ejemplo destacado para que el sistema sanitario adopte medidas hacia una mayor inclusión, según un nuevo estudio.
El Dr. Farhan Asrar, profesor asociado de la Universidad de Toronto y uno de los autores del artículo publicado en Naturalezahabló sobre la discriminación que enfrentan las personas con discapacidad en el sector salud.
Asrar ha estado colaborando con la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA) en materia de salud y medicina espacial y sus posibles aplicaciones en la Tierra.
«Siempre me ha interesado conectar la medicina y las ciencias espaciales en términos de cómo las innovaciones tecnológicas en el sector espacial pueden ayudar a las aplicaciones terrestres, ya sea en la atención médica, el cambio climático o el medio ambiente», dijo Asrar a Euronews Health.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), hay 135 millones de personas con discapacidad en Europa y se enfrentan a diversos desafíos para acceder a los servicios de atención sanitaria, ya sean financieros, de accesibilidad física o de disponibilidad.
El Comité Económico y Social Europeo informó el año pasado que las personas con discapacidad tienen peores resultados en materia de salud y una peor calidad de vida, tienden a morir antes y tienen una esperanza de vida brecha de 10 a 20 años, y también se ven más afectados por emergencias sanitarias.
«Los edificios de nuestras clínicas, el equipamiento que tenemos, la formación y, básicamente, la infraestructura para la atención sanitaria están construidos por personas que, en su mayoría, no tienen discapacidades. Por eso, no siempre se tienen en cuenta sus necesidades ni sus posibles desafíos», añadió Asrar.
Inspirándose en los pioneros
Asrar mencionó iniciativas «inspiradoras» como la designación por parte de la ESA de John McFall como El primer «parastronauta» en noviembre de 2022.
McFall actualmente forma parte del estudio de viabilidad Fly!, que explora la posibilidad de que un astronauta con una discapacidad física se embarque en una misión a la Estación Espacial Internacional (ISS).
«El estudio está explorando varios aspectos de este proceso, centrándose en cinco dominios principales: médico, entrenamiento, apoyo a la tripulación, operaciones de la nave espacial y operaciones de la ISS», escribió la ESA en una publicación de blog el mes pasado.
La institución también indicó que hasta el día de hoy «no ha identificado ningún impedimento» que impida a un paraastronauta unirse a una misión espacial.
Asrar también mencionó su colaboración con Dana Bolles, una ingeniera de vuelos espaciales nacida con discapacidades que ha trabajado en la NASA desde 1995 y que es una defensora de una mayor inclusión y una de las autoras del artículo.
«Esperamos poder inspirar al sector sanitario y a otros sectores para que tomen los mismos pasos que el sector espacial y avancen hacia una mayor inclusión y diversidad», afirmó Asrar.
En cuanto a la financiación necesaria para mejorar la infraestructura o la formación, Asrar dijo que «consideraría estos cambios financieros como una inversión de futuro. Los haríamos para que las personas con discapacidad puedan desarrollar todo su potencial».