Un hombre de origen modesto y sin habilidades notables logró amasar una asombrosa fortuna durante dos décadas, así como el respeto de los altos funcionarios del Partido Comunista en la provincia de Yunnan, en el suroeste de China.
Todo lo que Su Hongbo tenía que hacer era alardear de sus conexiones en Beijing y presentarse como alguien que podía hacer que las cosas sucedieran. La farsa terminó en 2020, cuando fue revelado como un estafador y luego condenado por corrupción cargos.
a la fiesta Como luchador contra la corrupción, Su era el típico “charlatán político” –un impostor que finge vínculos con funcionarios de alto nivel para obtener ganancias– y fue acusado de “contaminar y dañar gravemente la ecología política”.
Desde entonces, el término “charlatán político” ha aparecido en numerosas transcripciones de investigaciones sobre funcionarios que, a pesar de su conocimiento del funcionamiento interno del sistema de partidos, fueron engañados por empresarios que se aprovecharon de sus ambiciones.
Se hizo eco del mensaje de Xi en las dos últimas reuniones plenarias anuales de la Comisión Central de Inspección Disciplinaria (CCDI), el organismo de control anticorrupción del partido, cuando llamó a los cuadros a «purificar persistentemente el entorno político».
En la reunión de enero de este año, Xi dijo que era necesario “tomar medidas enérgicas contra varios charlatanes políticos e impedir estrictamente que los principios del intercambio comercial se infiltren en el partido”.