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El presidente ruso, Vladimir Putin, anunció durante un discurso televisado la prueba de un nuevo misil balístico de mediano alcance, conocido como «Oreshnik». El misil fue lanzado durante un ataque a la ciudad ucraniana de Dnipro, lo que marcó una escalada significativa en las operaciones militares de Rusia. Putin enfatizó que el ataque tuvo como objetivo una instalación militar y justificó la acción afirmando: «Nos consideramos autorizados a utilizar nuestras armas contra las instalaciones militares de aquellos países que permiten que sus armas se utilicen contra nuestras instalaciones». Esta audaz medida pone de relieve la disposición de Moscú a emplear armamento avanzado en lo que describe como «condiciones de combate». Los analistas creen que el ataque también fue una prueba de la determinación occidental, mientras las tensiones por los envíos de armas a Ucrania continúan creciendo.
El discurso de Putin también incluyó una clara advertencia a las naciones que suministran a Ucrania armamento de largo alcance. Países como el Reino Unido y Estados Unidos fueron señalados por supuestamente facilitar ataques en suelo ruso, y Putin declaró: «Los objetivos para futuras pruebas los determinaremos nosotros en función de las amenazas a la seguridad». Esta declaración se produce después de que Ucrania utilizara misiles Storm Shadow de fabricación británica para atacar una instalación militar en la región rusa de Kursk. La retórica del líder ruso subraya la opinión del Kremlin de que la participación de la OTAN en el conflicto constituye una amenaza directa, que podría invitar a nuevas medidas de represalia.
Las reacciones internacionales a las pruebas de misiles de Rusia han sido rápidas. Las Naciones Unidas describieron las pruebas de misiles como «preocupantes», mientras que Downing Street calificó los ataques como un ejemplo de «escalada imprudente». El alcance del nuevo misil, que supuestamente es capaz de alcanzar objetivos a una distancia de hasta 2.500 kilómetros, genera preocupación sobre amenazas potenciales a las naciones occidentales, incluido el Reino Unido. Putin redobló su postura y advirtió: «En caso de una mayor escalada de acciones agresivas, responderemos con la misma decisión». Este acontecimiento no sólo intensifica el conflicto en curso sino que también señala un cambio peligroso en la postura militar del Kremlin.
El presidente ucraniano, Volodymyr Zelensky, condenó el ataque con misiles en Dnipro y lo calificó de flagrante acto de agresión. «Hoy, nuestro vecino loco ha demostrado una vez más lo que realmente es y lo asustado que tiene», dijo Zelensky en una declaración en vídeo. El ataque, que dañó una instalación industrial y un centro de rehabilitación, hirió a dos civiles. Las imágenes de seguridad capturaron el momento del impacto y mostraron múltiples explosiones en el lugar. Los comentarios de Zelensky reflejan una creciente frustración por el uso continuo del territorio ucraniano por parte de Rusia como «campo de pruebas» para nuevas armas, un sentimiento del que se hacen eco muchos observadores internacionales.
En una provocativa declaración, la portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores ruso, María Zakharova, identificó la base de defensa antimisiles estadounidense en Redzikowo, Polonia, como un «objetivo prioritario para una posible destrucción». Esta declaración se produjo pocas horas después del ataque al Dnipro y subraya la postura cada vez más agresiva de Rusia hacia los países de la OTAN. «La base se ha añadido a la lista de objetivos prioritarios para una posible destrucción que, si es necesario, puede ejecutarse con una amplia gama de armas avanzadas», advirtió Zajárova. Sus comentarios resaltan la creciente frustración del Kremlin con el apoyo de la OTAN a Ucrania y su voluntad de intensificar las amenazas más allá de las fronteras de Ucrania.
Putin afirmó que las pruebas de misiles de Rusia eran una respuesta necesaria a lo que describió como las «acciones agresivas» de la OTAN. Sostuvo que el despliegue de misiles de largo alcance suministrados por Occidente en Ucrania no dejó a Rusia más opción que responder con decisión. «Por supuesto, si es necesario, elegiremos objetivos para la destrucción. Actualmente no existen medios para contrarrestar este tipo de armas. Es imposible», afirmó Putin. Esta retórica coincidió con la firma de una nueva doctrina que permite posibles respuestas nucleares a ataques convencionales, lo que refleja un esfuerzo deliberado por reforzar la estrategia de disuasión de Rusia en medio de crecientes críticas internacionales.
Sir Keir Starmer, líder del Partido Laborista del Reino Unido, enfatizó el apoyo inquebrantable de Gran Bretaña a Ucrania a pesar de las crecientes amenazas de Rusia. «No nos dejaremos disuadir ni distraernos por amenazas imprudentes de Putin», dijo Starmer al Parlamento. Este sentimiento fue compartido por el Primer Ministro Rishi Sunak, cuya oficina condenó el ataque con misiles de Rusia como una provocación inaceptable. Los funcionarios británicos enfatizaron que su ayuda a Ucrania es consistente con el derecho internacional y sirve como una medida vital para la autodefensa contra la «invasión ilegal» de Rusia.
Los ataques con misiles rusos se extendieron a la ciudad natal de Zelensky, Kryvyi Rih, hiriendo a 26 personas y causando daños importantes a edificios residenciales y vehículos civiles. Los funcionarios locales informaron que el ataque también tuvo como objetivo edificios administrativos, lo que subraya la naturaleza indiscriminada de las acciones militares de Rusia. Los ataques demuestran un patrón cada vez más intenso de ataques contra centros urbanos ucranianos, lo que genera temores de más víctimas civiles a medida que el conflicto se intensifica. Las afirmaciones de Moscú de haber derribado municiones suministradas por Occidente, como los misiles Storm Shadow, aún no han sido verificadas de forma independiente.
Los funcionarios estadounidenses revelaron que Rusia notificó brevemente a los EE. UU. antes de lanzar el ataque con misiles contra el Dniéper. El secretario de Defensa británico, John Healey, confirmó más tarde que las agencias de inteligencia conocían desde hacía meses los preparativos de Rusia para probar un nuevo misil balístico. «El Reino Unido sabía que Rusia se había estado preparando durante meses para disparar un nuevo misil balístico», dijo Healey. A pesar de estas advertencias, el ataque ha suscitado renovadas preocupaciones sobre la estabilidad de las líneas de batalla en Ucrania, y los analistas consideran que la situación actual es la más volátil desde los primeros días de la invasión.
Los expertos han descrito las últimas acciones de Rusia como un intento deliberado de intensificar las tensiones con la OTAN y sus aliados. El ex asesor de seguridad nacional del Reino Unido, Peter Ricketts, comentó: «Va en contra de la narrativa de Putin de que está bien que Rusia escale, pero es imprudente que Ucrania responda utilizando armas suministradas por Occidente». Los funcionarios occidentales también criticaron la irresponsable retórica nuclear de Rusia y su dependencia de las tropas norcoreanas y los drones iraníes para apoyar sus esfuerzos bélicos. La comunidad internacional se ha comprometido a seguir apoyando a Ucrania a pesar de estas provocaciones.
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