Reseña de Anatomía de un otoño: Sandra Hüller siempre ha sido una actriz convincente, solo hay que verla derramar una lágrima solitaria en Toni Erdmann de 2016 para presenciar la cantidad de indiferencia deliberada que evita con su presencia. La misma opacidad de su rostro es el lienzo en blanco sobre el que descansa el drama judicial ganador de la Palma de Oro de Justine Triet, Anatomía de una caída. (Lea también: Reseña de la película The Teacher’s Lounge: la nominada al Oscar de Alemania es un tour de force convincente)
La premisa
La mirada impenetrable del actor es clave para desbloquear el misterio de este apasionante drama. En la mitad de la película, ella está en el juicio, acusada del asesinato de su marido. ¿Lo hizo ella? Las preguntas flotan en el aire y varios secretos se acercan indirectamente para arrinconarla hacia algún tipo de sumisión. Pero cuanto más Anatomía de una caída exige esas inclinaciones, más se queda quieta como un dilema. ¿Deberíamos sentir lástima por ella? ¿Qué esconde? Esta mujer no te dará respuestas fáciles.
En Anatomía de una caída, nos presentan por primera vez a Sandra Voyter, interpretada por Sandra Hüller, que es alemana de nacimiento pero que ahora vive con ella con su marido francés Samuel (Samuel Theis), en los Alpes franceses. Pronto sabremos que Sandra es una novelista y traductora de éxito, mientras que Samuel es un exprofesor que lucha por escribir un libro. El único hijo de la pareja, Daniel, de 10 años (un estupendo Milo Machado Graner), tiene discapacidad visual y también vive con ellos junto con su perro Snoop. Daniel y Snoop salen a caminar y regresan para encontrar a Samuel muerto afuera, con una herida ensangrentada en la cabeza.
¿Lo hizo ella?
¿Sandra empujó a Samuel desde la ventana superior? ¿Se golpeó la cabeza al caer y cayó sobre la nieve? ¿O estaba hirviendo de desesperación y decidió suicidarse? Los informes de la autopsia no son concluyentes y Sandra es testigo de interpretaciones cautelosas por parte de la policía sobre lo que sucedió exactamente ese día. La clave de todo es lo que su hijo ciego Daniel escuchó o interpretó, pero ¿es eso suficiente? Luego está su abogado (un cautivador Swann Arlaud), que podría ser un viejo amor suyo. Pero a medida que el drama comienza a desmoronarse en la sala del tribunal, también tienen que lidiar con el fiscal (un Antoine Reinartz que se roba la escena), quien destrozará el matrimonio de Sandra para analizar que ella realmente lo mató.
Justine Triet, que coescribió el guión con su compañero Arthur Harrari, modela estas revelaciones como una tormenta silenciosa que va tomando forma a lo largo de las audiencias posteriores. El guión denso y cambiante avanza con la vitalidad de una novela propulsora, repartida en su uso juicioso de las dos horas y media de duración. Cada palabra que elija, alternativamente cambiando del francés al inglés, es esencial y será analizada en pedazos.
Pensamientos finales
El trabajo de cámara de Simon Beaufils explora los espacios de la casa y luego de la sala del tribunal con tranquila intensidad, mientras que la edición de Laurent Sénéchal es una clase magistral sobre cómo cortar flashbacks para procesar detalles clave. Todo se convierte en una secuencia de pelea volcánica cuando los dos finalmente se enfrentan con verdades incómodas. «Tu generosidad esconde algo más sucio y malo», le grita Sandra a Samuel. El efecto es hipnotizante.
Anatomy of a Fall es apasionante e intensa, una que te desafía a mirar hacia otro lado y no prestar atención. A Triet no le preocupan las respuestas ni una sensación de cierre que podría permitir que todos los detalles faltantes encajen en su lugar. Ella se niega a permitirse esas calibraciones, lo que resulta prometedor en la actuación absolutamente fascinante de Sandra Hüller. Ocupar este mundo es encontrarnos caminando entre muchas mentiras y batallas, pero no todas son para todos. Porque importa cómo somos percibidos, más que cualquier otra cosa. Anatomy of a Fall lo entiende. Dale todos los premios.