El juego de culpas de Grangemouth del SNP es ridículo. La verdad es que han tratado a Jim Ratcliffe (y sus millones del petróleo) como a un paria, escribe Michael Glackin.
La locura no sólo corre en la política escocesa, sino que galopa positivamente, generalmente codo a codo con la hipocresía. El hecho de que el Gobierno escocés se aferre a…