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Avdiivka, un antiguo centro carbonífero en la región oriental de Donetsk, se ha convertido en un símbolo de una guerra demoledora en la que ni Ucrania ni Rusia han logrado un avance decisivo en más de un año. Entre sus edificios destruidos y bloques de apartamentos en ruinas sólo viven todavía unas 1.350 personas, frente a las 30.000 que vivían antes de la guerra. Sin embargo, a pesar de los incesantes ataques rusos, algunos se niegan a irse.