SELANGOR: La economía de Malasia se está recuperando, los turistas están regresando y las inversiones están en auge. Las actividades económicas se están normalizando, la demanda interna es mayor y la tasa de desempleo ha vuelto a los niveles anteriores a la pandemia. A primera vista, las cosas parecen positivas. Pero los datos optimistas que surgen de Malasia enmascaran una crisis inminente: el desempleo juvenil.
Justo antes del Año Nuevo chino, el Departamento de Estadísticas de Malasia publicó su informe laboral, que muestra que la tasa de desempleo se mantuvo estable en el 3,3 por ciento en el último mes de 2023, con un mayor empleo en todos los sectores.
Sin embargo, las cifras del desempleo juvenil cuentan una historia diferente. En diciembre del año pasado, 307.200 jóvenes malayos de entre 15 y 24 años estaban desempleados, lo que representa una tasa de desempleo del 10,6 por ciento. Mientras tanto, la tasa de desempleo para aquellos en el grupo de edad de 15 a 30 años fue del 6,4 por ciento, comprendiendo 432.100 jóvenes.
Poniendo esto en contexto, estos jóvenes representan aproximadamente el 76 por ciento de las 567.800 personas que no tienen trabajo en Malasia. Este año se graduarán otros cinco o seis millones de estudiantes, lo que agravará el problema. Al mismo tiempo, la creación de empleo en 2023 se desaceleró, lo que dificulta aún más las cosas para los jóvenes que buscan ingresar a la fuerza laboral.
No se pueden subestimar las consecuencias sociales, económicas y políticas del desempleo juvenil. No se trata simplemente de una cuestión cíclica: los problemas y fallas están profundamente arraigados dentro del propio sistema y requieren reformas estructurales para lograr un cambio duradero.