¿VOZ DEL PUEBLO IGNORADA?
Mirando hacia el mediano y largo plazo, las implicaciones de estos desarrollos se extienden mucho más allá de la política de partidos. Tienen el potencial de generar una frustración y un descontento sustanciales, particularmente entre aquellos que perciben que el hecho de que Pita no haya obtenido el apoyo necesario es evidencia de que el proceso democrático se ha visto comprometido por actores e instituciones que priorizan sus propios intereses sobre la voluntad popular.
Esta creciente desilusión entre el público puede intensificar los pedidos de reformas políticas y una reevaluación exhaustiva del papel y la rendición de cuentas de varias estructuras de poder dentro del sistema político, como el Senado, la Corte Constitucional y la Comisión Electoral.
Sin embargo, la ausencia de un camino claro y efectivo para abordar formalmente estas quejas plantea un desafío importante. Por ejemplo, para revocar la autoridad del Senado para elegir conjuntamente al primer ministro, es necesario enmendar la Sección 272 de la Constitución. Pero reformar la Constitución requiere el respaldo de al menos un tercio de los senadores, como lo estipula el artículo 256.
Las vías limitadas para una participación y reparación significativas pueden erosionar aún más la confianza pública en las instituciones políticas existentes, lo que lleva a una movilización generalizada y protestas callejeras con una frecuencia e intensidad cada vez mayores. Sin embargo, dicho esto, los precedentes históricos han demostrado que el malestar social y las emergencias se utilizan a menudo como pretexto para que los militares intervengan en nombre del mantenimiento de la paz y el orden.
En conclusión, el futuro político de Tailandia pende de un hilo. Si el proceso de selección no produce un candidato exitoso para el cargo de Primer Ministro, la Sección 272 (2) de la Constitución de 2017 permite la posibilidad de que un extraño sea considerado como un candidato potencial para el puesto. Este escenario sigue siendo improbable debido a los estrictos requisitos; además, no hay garantía de que el candidato actúe como árbitro neutral o tercero independiente.
En última instancia, estos acontecimientos subrayan la cruda realidad de que los líderes en Tailandia no son elegidos por la voluntad del pueblo, sino que se les permite ascender al poder con el apoyo o al menos la aquiescencia del establecimiento conservador. Ahora que se ha revelado la verdadera naturaleza de la democracia, o la falta de ella, en Tailandia, queda por ver qué acciones y medidas tomará el pueblo tailandés, cuya voz y elección parecen haber sido pisoteadas.
Napon Jatusripitak es investigador visitante en el Programa de Estudios de Tailandia en ISEAS – Instituto Yusof Ishak, e investigador de doctorado en la Universidad Northwestern. este comentario apareció por primera vez en el blog del Instituto, Fulcrum.