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Hijos susurrantes

Hijos susurrantes



El primer, último y siempre aspecto de este deslumbrante segundo álbum del quinteto belga Whispering Sons es la voz distintiva del vocalista Fenne Kuppers. La suya es una voz que apenas se mueve pero se ‘mueve’. Una forma estentórea y constante de sermonear que pondera, pontifica y pronuncia poéticamente sin ningún cambio de tempo, tono o textura. Su adhesión devota y rigurosa a la transmisión de los puntos es un placer para la vista. Cada pista sangra y se alimenta de la siguiente, una gran narrativa que agrega misterio y nec-romance a los procedimientos.

Añádase a esto la infalible habilidad de los cinco (junto a Kuppers están Kobe Lijnen, Sander Hermans, Sander Pelsmaekers y Tuur Vandeborne) de no estar confinados o definidos a un ‘género’ o sonido específico. Hay una mezcla hiperrealista de todo tipo de influencias, inspiraciones e idiosincrasias: sónicamente, toma un post-punk doom-gloom frenéticamente modificado (‘Heat’) y (fr) ágiles arias de vanguardia (las magulladas y manchadas de sangre (‘I dejarte) herido ‘) y / o gótico-cabaret (‘ Pantallas ‘) entrelazadas con noir-pop (‘ Visiones ‘;’ Superficie ‘). La potencia es latencia.

Temáticamente, hay una sensación muy real de empoderamiento esperanzado y nostálgico infundido con un abandono desesperadamente desventurado, a lo largo de las diez pistas, las contradicciones y los enigmas de la lluvia cotidiana. Sí, es tan bueno.

El abridor ominoso ‘Dead End’ es magistral dinámica silenciosa> fuerte: bajos contundentes, guitarras entrecortadas, sintetizadores punzantes, todos vestidos con disonancia. Como Kupper’s admite suplicante (¿o se somete?) Ante una crisis de identidad: ‘Soy una mala persona amargada, una versión superficial’, la mirada de revelación se desata. «Calor» es propulsión precisa, compulsión concisa. ¿Alguna vez te has preguntado a qué estaría jugando si (o cuándo) el diablo te pidiera que te enfrentes cara a cara? No se pregunte más, es ‘Satantango’: un paso rápido que hace temblar las caderas, serpenteantes e inamovibles, hasta el borde del precipicio.

El John Carpenterish (‘Te dejo) herido’ es un miedo fílmico, todo electropulso palpitante, latido del corazón con todo el cuerpo, estremecimiento de ojos, enjuague de oídos.

Destaca el sobrenatural ‘Visions’, como el jefe de las Hermanas de la Misericordia, es irregularmente tenso, irregularmente intenso y lleno de pretensión pretenciosa. Todas las cosas que la buena música debería… .no, DEBE encarnar.

El piano repetitivo, quejumbroso y la caja de ritmos deslizante de ‘Screens’ es como el Fantasma de la Ópera batiéndose en retirada hacia el santuario interior, las cavilaciones de los incomprendidos. ‘Flood’ lacera a medida que penetra, un cuadro de humor inquietante con el estribillo ‘Murders’ que deja al oyente sin dudas sobre la astilla del descontento.

Si solo escuchas a un grupo belga que ofrece oscuridad iluminada este año. Asegúrate de que sea éste.



Fuente

Written by Redacción NM

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