“Después de cuatro décadas de librar una guerra contra las drogas, es necesario emplear nuevos elementos en nuestro enfoque”, dijo el ministro del Interior, Saifuddin Nasution, el mes pasado, subrayando el cambio de rumbo de una política que ha dejado las cárceles del país repletas de delincuentes de bajo nivel, mientras que drogas como la metanfetamina y el cannabis siguen inundando las calles.
Con su derogación, los jueces tienen ahora la facultad discrecional de imponer penas de cadena perpetua, y los condenados a muerte han apelado sus sentencias. Aunque no está claro si se ha condenado a muerte a algún delincuente por drogas desde que se modificó la ley.
Este panorama jurídico en evolución ha provocado debates sobre el potencial de despenalización y rehabilitación en Malasia.