En la aldea de al-Nayrab, en el noroeste de Siria, un grupo de hombres sale todas las mañanas temprano, alrededor de las 4 a. m., con sus rifles de caza para monitorear el cielo en busca de drones cargados de explosivos que han amenazado a los aldeanos durante casi un año.
“Solíamos usar estos rifles para cazar conejos y pájaros, así como para proteger nuestras casas y propiedades de los perros callejeros”, dijo Abdul-Rahman al-Mohammed, un residente de 29 años de al-Nayrab, que se encuentra en la línea del frente entre las milicias gubernamentales y las fuerzas de oposición.
“Pero ahora los usamos para proteger nuestras propiedades de los drones”.
Desde finales de 2023, el gobierno sirio ha introducido drones armados en la batalla en el noroeste de Siria. Durante el último año, los ataques con drones han alcanzado repetidamente objetivos militares y civiles, incluidos agricultores que trabajan la tierra, de acuerdo a al Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
En la madrugada del 9 de julio, cuando siete drones atacaron al-Nayrab, en la zona rural oriental de Idlib, destruyendo varios coches civiles, los aldeanos tomaron sus rifles y lograron derribar a dos de ellos.
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En los primeros cuatro meses de este año, se informó de 60 ataques suicidas con aviones no tripulados en 21 aldeas, muchas de las cuales están ubicadas en la llanura de al-Ghab, en la zona rural de Hama, y en la zona rural de Idlib.
Al menos 11 personas murieron y 32 resultaron heridas en los ataques, según la Defensa Civil Siria, también conocida como los Cascos Blancos.
“Esta ha sido una escalada peligrosa”, explicó Hasan al-Hasan, un miembro de alto rango de los Cascos Blancos.
“Se están llevando a cabo muchos ataques simultáneos con dos o seis drones. Han tenido como objetivo vehículos en movimiento, incluidas ambulancias, vehículos de emergencia o civiles e incluso motocicletas.
“No hay ninguna razón particular para este tipo de ataques en estas regiones”.
Hasan añadió que los ataques con aviones no tripulados, que se han concentrado principalmente en las zonas cercanas a la línea del frente, están poniendo en peligro a unas 70.000 personas, incluidos 22.000 refugiados, en las aldeas atacadas.
Al-Mohammed dijo que el objetivo del gobierno detrás de la campaña de drones es obligar a los residentes a abandonar la región controlada por la oposición antes de que la invada.
“Se trata de drones comerciales que pueden equiparse fácilmente con explosivos, son precisos y fáciles de utilizar”, explicó Hasan.
‘Un impacto insoportable’
La campaña ha causado estragos en los medios de vida de las personas que viven en las zonas afectadas.
Los residentes han denunciado la destrucción de sus fuentes de vida, especialmente en las regiones agrícolas, donde los drones han destruido o dañado carreteras principales, granjas, viviendas, un mercado local y tiendas.
La Defensa Civil Siria ha documentado su respuesta a 14 ataques en febrero, 17 ataques en marzo y 13 ataques en abril de este año.
“Hace unas semanas, un grupo de drones atacó al-Nayrab y uno de ellos atacó mi auto, una camioneta pick-up de 1997 que uso para la agricultura, dejándolo prácticamente dañado”, dijo Hussein al-Ali, conocido como Abu Nizar, un refugiado de Saraqib.
El ataque le costó a Abu Nizar 600 dólares, un precio demasiado alto para soportar.
“Tenía ese coche para poder trabajar. La gravedad de la situación económica que atravesamos hace que cualquier pérdida que suframos sea extremadamente dura e insoportable”, afirmó.
“Después de que el dron impactó mi auto, lo derribé y lo destruí”.